Pina Acevedo: gran jurista y apasionado del boxeo

Pina Acevedo: gran jurista y apasionado del boxeo

Decía el legendario líder Martin Luther King, que los hombres deben ser juzgados por el contenido de su personalidad. La sorpresiva muerte del doctor Ramón Pina Acevedo, deja a la sociedad dominicana huérfana de una de sus figuras más preclaras. Hablar sobre su hoja de vida, y sus grandes aportes como eminente jurista, servidor público, profesor universitario, propulsor deportivo, civilista de primera, practicante del altruismo y ente de consenso, es definir a grandes rasgos quien fuera un ciudadano de condiciones excepcionales.
Con todo lo que se ha dicho y escrito en estos días tras su ida definitiva, a esta entrega le asignamos el carácter de especial, ya que el doctor Pina Acevedo fue una especie de figura paternal, clave para nuestro desarrollo personal y proyección. Nos centraremos en algunos aspectos y anécdotas inéditas de nuestra cercana relación basada en el respeto mutuo y la admiración. Gracias a sus iniciativas los pugilistas criollos salieron del anonimato para saltar a una etapa de oro a partir de los 70 y 80, al obtener varios títulos mundiales y escalar altos sitiales en los rankings internacionales.
Conocí personalmente al doctor Pina Acevedo en el año 1974 a través de su hijo Ramón Pina Pierret (Cuchito) cuando cursábamos la carrera de Derecho en la UNPHU. Un día Cuchito me invitó con otros dos compañeros de clase a estudiar para un examen en el bufete de su padre. Mientras compartíamos allí, el Doctor hizo acto de presencia, saludándonos cortésmente.
En el medio de la plática surgió el tema del boxeo, del que derivó una anécdota que influiría sobre el curso de mi vida. Cuchito le dijo a su padre que yo poseía conocimientos sobre deportes, principalmente de boxeo y béisbol y que ya había incursionado en la prensa escrita.
El doctor me dijo que si en verdad tenía tales conocimientos, me haría una pregunta que se la había hecho a varios cronistas veteranos y ninguno se la había podido responder. Entonces el presidente de la Comisión Nacional de Boxeo me formuló la pregunta: ¿Cuál era el verdadero nombre de Sugar Ray Robinson, el mítico ex campeón mundial de los pesos welter y mediano?
Relajado y sin mostrar mi alegría interior, le dije: “Walker Smith. Su nombre era Walker Smith”. El doctor Pina asintió y dijo con una leve sonrisa, has acertado, ése era el nombre real de Sugar Ray Robinson. De inmediato entablamos una interesante conversación sobre otras figuras estelares del boxeo del pasado y el presente.
Días después nos encontramos con Ramoncito en la universidad y me mostró un sobre cerrado y me dijo que su padre me lo enviaba. Cuando lo abrí había un carnet que decía Comisión Nacional de Boxeo, y en el centro: Heriberto Morrison Fortunato, Relacionista Público, calzado con la firma del doctor Ramón Pina Acevedo, presidente de esa entidad. Debo confesar para mi que apenas tenía 22 años fue una gran sorpresa.
En esa posición permanecí durante diez años, periodo en el que asistí a importantes combates en el país y el exterior; en ese tiempo el doctor Pina llegó a ocupar la Vicepresidencia del Consejo Mundial de Boxeo, Director de Clasificaciones de la Asociación Mundial de Boxeo y Presidente de la Organización Mundial de Boxeo.
A finales de 1978, el Lic. Jesús de la Rosa, quien había sido designado Secretario de Deportes, giró una visita de cortesía al Dr. Pina, quien lo recibió en su bufete. Le dijo él es Heriberto Morrison, mi relacionista público; el titular de SEDEFIR dijo que había leído algunos de mis artículos.
Ante mi sorpresa Pina le dijo: Jesús tú debes saber que el personal de esta Comisión no devenga sueldo fijo. Te sugiero que nombres a Morrison, que te puede brindar un buen servicio. De la Rosa me invitó a que pasara el próximo lunes por su despacho de la SEDIFIR, pero en realidad no acudí y una semana después me encontré con él en la calle El Conde. Me inquirió sobre lo que había sucedido pues yo estaba nombrado y no me había presentado.
En un par de días me presenté y fui designado como Redactor Especial donde cumplí con mi labor y recibí un buen trato del profesor de la Rosa, donde llevo 36 años de labores, ocupando importantes posiciones. Todavía quedan muchos episodios y anécdotas que contar, pero debo someterme a las limitaciones de espacio. Gracias inolvidables Pina Acevedo, gloria eterna a tu memoria.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas