Pinochet recibe funeral masivo

<p>Pinochet recibe funeral masivo</p>

SANTIAGO (AFP).- El funeral del ex dictador chileno Augusto Pinochet, fallecido el domingo pasado, se celebró ayer en una academia militar de Santiago, en una emotiva ceremonia castrense sin honores de Estado pero que contó con la presencia de decenas de miles de sus seguidores.

El funeral del ex dictador se movió entre el dolor de su familia -su esposa Lucía Hiriart y sus cinco hijos- y el mitin político, con distintos discursos que honraron la memoria de quien gobernó Chile con mano dura entre 1973 y 1990, en un periodo en el que murieron o desaparecieron más de 3.000 personas.

Las exequias se dividieron en tres partes: la misa -presidida por el obispo general castrense, Juan Barros Madrid- , una serie de discursos y al final los honores militares, en que el féretro fue trasladado en una cureña, mientras que detrás un caballo sin jinete simbolizaba la ausencia del militar muerto. La ministra de Defensa, Viviane Blanlot, única representante del gobierno en la ceremonia, fue silbada a su ingreso al recinto militar, donde se sentó en primera fila, cerca de los familiares del ex dictador.

Unas 3.000 personas estaban presentes en calidad de invitados, cerca de 4.000 asistían como público en un patio de la Escuela Militar y varias miles más aguardaban en los exteriores del recinto castrense, comprobó la AFP.

La concurrencia aplaudió varias veces la mención del nombre del ex dictador (1973-199O), quien reposaba en un féretro cubierto con la bandera de Chile flanqueado por cuatro militares, al que luego sus hijos agregaron una banda presidencial.

La hija mayor del ex dictador, Lucía Pinochet Hiriart, habló en el funeral para reivindicar el golpe de Estado que encabezó su padre el 11 de septiembre de 1973 y fustigar a la prensa internacional por mostrar una imagen errónea del militar.

“La prensa internacional no comprende cómo cientos de miles de compatriotas sin presión son capaces de mostrar su agradecimiento y afecto por quien la prensa ha calificado en los peores términos y epítetos con que se puede referir a un ser humano”, dijo, recibiendo fuerte aplausos.

Antes de su intervención, uno de los nietos del ex dictador y su homónimo, vestido con su uniforme de cadete del Ejército, dijo que en “plena guerra fría” su abuelo fue capaz de derrocar por las armas al gobierno marxista de Salvador Allende.

Señaló además que su abuelo “sufrió por jueces que sólo querían figurar”.

El general Oscar Izurieta, comandante en jefe del Ejército chileno, mostró moderación y pidió que sea la historia la que haga un examen de la participación de Pinochet en los sucesos del país.

“Dejemos a la historia un examen objetivo y justo respecto a su protagonismo en los sucesos políticos, económicos y sociales”, señaló Izurieta.

Izurieta se refirió al golpe militar del 11 de septiembre de 1973 como “la decisión más difícil de un soldado para asumir las responsabilidades superiores ante la crisis institucional que vivía el país”.

El ex dictador recibió honores militares pero su funeral no tuvo el carácter de una ceremonia de Estado ni hay duelo nacional, según decisión de la presidenta Michelle Bachelet, ella misma una víctima de la dictadura pues fue detenida en un centro clandestino y torturada junto a su madre en 1975.

Los restos del ex dictador fueron trasladados en helicóptero al balneario de Concón a 110 km de Santiago, para ser cremados. Las autoridades del cementerio Parque del Mar dispusieron el retiro de la prensa para permitir la privacidad que pidieron los familiares de Pinochet.

Mientras tanto, más de dos millares de miembros de organizaciones humanitarias se congregaron frente al Palacio de La Moneda, en un homenaje al extinto presidente Salvador Allende a la misma hora en que se realizaban los funerales de Pinochet.

Los manifestantes se reunieron en un ambiente festivo en la Plaza de la Constitución, ante el monumento al mandatario socialista que se suicidó en el palacio presidencial en medio del cruento golpe que encabezó Pinochet el 11 de septiembre de 1973.

“Nosotros queremos decir al presidente Allende que aquí está el pueblo chileno, en momentos en que ha muerto el dictador”, dijo Viviana Díaz, secretaria general de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos.

“¡Justicia, verdad, no a la impunidad!”, gritó el coro en el centro de la plaza.

El contraste de las manifestaciones en favor y en contra del ex dictador puso en evidencia la división que aún provoca su figura en la sociedad chilena, casi 17 años después de haber dejado el poder, el 11 de marzo de 1990.

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