Pintura, Mirador Sur y Arte Público

Pintura, Mirador Sur y Arte Público

El Parque Mirador Sur de ahora en adelante no será solamente un espacio para caminar, jugar, reunirse, sino una exposición permanente de pintura, convirtiéndose las cifras en cemento de la Cayetano Germosén y la Avenida de la Salud en portadores de 21 talentos artísticos dominicanos, una iniciativa del Ayuntamiento del Distrito Nacional

MARIANNE DE TOLENTINO

Hoy hablamos en Santo Domingo de Arte Público con tanta convicción y entusiasmo que parece ser una nueva forma de arte que acabamos de descubrir. Sin que nos remontemos hasta las pictografías de los aborígenes y situándonos en la modernidad –aunque coincidió con el culto de Trujillo por su obra y su personalidad despótica–, auténticos murales –que son una expresión privilegiada del arte público– florecieron, portadores de mensajes, desde la década del 40 en Santo Domingo y en otras localidades del país. El avance de las artes visuales dominicanas con la creación en libertad postergó el muralismo y prefirió otras formulaciones plásticas. Sin embargo, nunca desapareció… y conservó a sus adeptos fervientes como Silvano Lora, Ramírez Conde, Amable Sterling, Ramón Oviedo, entre otros. Más aun, las pinturas murales, exteriores e interiores, siguieron adornando los muros institucionales, laicos y religiosos.

Llegando a los años 90, la República Dominicana se benefició del formidable proyecto del célebre artista venezolano Carlos Cruz-Diez –sobrino nieto de Juan Pablo Duarte–, plasmado en variaciones cromáticas sobre los silos de Molinos Dominicanos. El pueblo estaba encantado con esas «canquiñas», pero como suele suceder, no se les dió mantenimiento –pese a las instrucciones de su autor– y finalmente, en un acto comparable a la destrucción de los Budas gigantes por los talibanes en Afganistán, desaparecieron esas joyas del arte cinético, cubiertas por espesas capas de pintura amarillenta. ¡Un atentado al Arte Público y a la generosidad de un maestro internacional!

Los discutibles resultados del Obelisco, pintado y repintado por afamados artistas, son otra muestra de arte para todos. El Bulevar de la 27, agredido por una intensa contaminación y con la dificultad de atravesar la avenida –propone las obras escultóricas y mosaicas de importantes escultores –que merecerían una mayor atención de los transeúntes–. Más murales en centros de enseñanza –como la UASD– también expresan la vigencia de un arte fuera del museo y en la calle, para todos.

La fotografía hizo una entrada triunfal en el arte público, en forma temporal, con la Tierra Vista desde el Cielo del fotógrafo francés Yann Arthus-Bertrand, primero presentada en las rejas del Parque Independencia y actualmente en el parque del Gran Teatro Cibao. Las fotos han sido admiradas por multitudes.

Vale citar igualmente la portentosa escultura de los Bailadores de Fernando Botero en una plazoleta exterior de Malecon Center. Luego, la Secretaría de Estado de Cultura tiene en proyecto la realización de murales para beneficio de los artistas y de la colectividad en distintos puntos de la ciudad, contando con un departamento especial para esa programación.

La nueva cara del Mirador Sur

Pocos entre nosotros recuerdan que, en las fachadas del Edificio de Administración del Parque Mirador Sur hay murales, siendo su autor Amable Sterling, conocido pintor y arquitecto, discípulo de Jaime Colson. La campaña de recuperación del parque que ha emprendido el Ayuntamiento del Distrito Nacional, ciertamente les devolverá actualidad y contribuirá a su conservación.

El llamado Embellecimiento del Parque Mirador Sur es pues una iniciativa muy positiva del Síndico Roberto Salcedo y sus colaboradores, cuya coordinación se ha confiado a Verónica Sención, incansable animadora de la creación artística para una mayoría. Unico lugar abierto de paisajismo urbano, el área verde atrae y recrea a la gente de todas las edades y orígenes. Su jardinería fue excelentemente diseñada por el arquitecto Manuel Valverde Podesta, cuya pérdida a destiempo no dejamos de lamentar.

Las altas cifras en cemento, que señalan a orillas de las avenidas Cayetano Germosén y De la Salud, las escalinatas comunicando ambas vías, acaban de ser transformadas en obras murales. Estructuras tridimensionales anónimas se han convertido en soportes del talento de artistas de distintas generaciones y notoriedad.

De ahora en adelante constituirán una especie de galería de la pintura nacional al aire libre, pues generalmente cada número lleva el «sello» de la personalidad a la cual se hizo el encargo pictórico. El Mirador Sur funge hoy como diversión estética e incentivo para que los transeúntes anhelen seguir conociendo y disfrutando el arte dominicano, si no solían prestarle una atención especial.

21 muestras de pintura

El arte público cumple una función museal desde la calle. Si, como en este proyecto, se ofrecen 21 muestras de pintura dominicana, la curiosidad se estimula, y numerosos serán los que van a recorrer las dos avenidas –una o varias veces– para mirar las obras y luego comentarlas. No dudamos de que muchos irán especialmente a «visitar», esos números, formas no habituales para ser soportes de pinturas. El ejercicio físico se convertirá en paseo cultural…

En la Avenida Cayetano Germosen, los pintores invitados fueron Marianela Jiménez, Bernardo Then, Julian Amado, Cristián Tiburcio, Marcos Lluberes, Carmen de Pool, Elvis Avilés, Rafael Sepúlveda y Francis García.

En la Avenida de la Salud se eligió a Tony Capellán, Cándido Bidó, Guillo Pérez, Elsa Núñez, José Ramón Rotellini, Soucy de Pellerano, Aquiles Azar, Ángel Haché, Alberto Bass, José Cestero y Freddy Javier que tuvo el privilegio –involuntario– de realizar, por el formato del soporte, un verdadero cuadro.

La mayoría de los artistas tuvieron muy en cuenta las superficies a pintar, el frente, los lados, los huecos, las rectas, las curvas, o sea las líneas a seguir. Cabe señalar que previamente un boceto de la futura obra mural había sido sometido para su aprobación. Cada pintor recibió la ayuda de uno o dos asistentes en la fase de ejecución.

Luego, se motivaron –aunque no todos los pintores– para adecuar el motivo a las características del parque o a uno de sus espacios, investigandose rasgos particulares de uso y tradición. La historia, las costumbres y el sello cultural, tanto como la ciudad, la vegetación y el medio ambiente fueron fuentes de inspiración.

Las cualidades que sin excepción los muralistas del Mirador han compartido espontáneamente fue plasmar temas y figuras que les identifican, en sus obras recientes, sus estilos y sus respectivas paletas. Ellos enfocaron las obras como cuadros representativos de sus técnicas y temperamentos, ¡El Mirador Sur se impondrá!, así lo esperamos, como una original exposición permanente, a la vez personal y colectiva… desde estructuras numéricas preestablecidas. La distancia entre cada número permite apreciar las participaciones en su individualidad.

Este excelente proyecto debe seguir adelante. Sus planteamientos lo afirman: «… La ciudad contará con un bello escenario, donde la familia dominicana y los amantes de las letras y las artes tendrán un refugio permanente donde compartir y asistir a la presentación de conciertos clásicos y populares, presentaciones de coros, de libros y todas las actividades que tengan que ver con el enriquecimiento espiritual de los dominicanos.»

Se trata de un programa ambicioso pero «posible» –retomando el lema de la gestión municipal para la ciudad–. Una primera fase ha sido cumplida con los murales singulares, que han convertido en obras únicas los números de cemento y logrado así una metamorfosis estética.

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