Pirómanos y bomberos

Pirómanos y bomberos

La piromanía es un trastorno psicológico que genera en el individuo enorme interés por incendiar objetos, disfruta viéndolos arder y sacia entonces su vanidad tratando de extinguir el producto de su acción. El pirómano, que así se llama el trastornado con esta enfermedad, tiene como coartada principal para su delito, el convertirse en bombero. Ya en esta última etapa, busca denodadamente que se le reconozcan méritos por apagar el fuego mientras evade la responsabilidad por haberlo provocado.

Empecé a escuchar sobre este trastorno psicológico hace más de cuatro décadas de boca de William Fulbright, quien fuera Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos. Fulbright fue un decidido crítico de la decisión del presidente Lyndon Johnson de invadir masivamente a República Dominicana en 1965. Cuando los invasores estadounidenses tenían urgencia por esconder sus violaciones al Derecho Internacional y no podían aplastar a los constitucionalistas que defendían la soberanía nacional, Johnson planteó la celebración de elecciones “democráticas”. El senador Fulbright dijo entonces: “La recuperación de un desastre no convierte al desastre en triunfo. La restauración de un gobierno constitucional en República Dominicana como una justificación de la intervención es igual que considerar el incendio intencional de una casa como justificación del fuego.”

En lo adelante, he tenido la oportunidad de ver cómo los gobernantes de aquí y de allá prometen éxitos fastuosos para sus políticas que no son más que medios para enriquecerse y mantenerse eternamente en el poder. Provocan el incendio de la economía nacional y, cuando fracasan y quedan al descubierto como farsantes, buscan aparentes arreglos, que nunca son soluciones, para el daño que han hecho. Y, en el colmo del descaro, esperan que se les felicite por prometer, sin garantías de solución, la extinción del fuego que ellos mismos provocaron.

¿Qué mejor ejemplo para demostrar y evidenciar la dicotomía del pirómano-bombero que la reciente decisión del gobierno dominicano de adquirir las acciones de la empresa de electricidad EDE-ESTE? Mientras los peledeistas estuvieron en la oposición, aseguraron que el problema de la energía eléctrica se podía resolver en cuestión de meses. Pero cuando llegaron al poder descubrieron que el negocio que más les convenía estaba en agudizar la crisis del sector. Resolver los problemas sólo beneficiaría a los pobres que, para sus planes, poco cuentan. Luego se nos vendió la idea de que con la capitalización y la reforma del sector eléctrico se acabarían los apagones que sufríamos y el Estado ahorraría miles de millones de pesos.

Esa fue otra gran mentira que ha permitido a los administradores del sector eléctrico enriquecerse groseramente en lo personal para financiar sus desmedidas ambiciones políticas. Ahora los pirómanos han vuelto con algo que llaman estatización que no es más que confabularse con una empresa extranjera para tratar de encubrir sus malversaciones y continuar beneficiándose.

Da lástima tener que escuchar al presidente Leonel Fernández tratando de justificar su proceder al decir que el gobierno no comprará a EDEESTE sino que adquirirá las acciones para evitar una litis en tribunales internacionales. Caben entonces estas preguntas: ¿Por qué llegó hasta los tribunales internacionales la relación gobierno-EDEESTE? ¿Quién es el responsable de la condena que los funcionarios están seguros recibirían en los tribunales?

¿No habrá sanción para alguno de los que participaron en esta desastrosa relación, llámese este Leonel Fernández, Radhamés Segura o Temístocles Montás, evidentemente responsables por las multimillonarias pérdidas que ha sufrido el erario? ¿Qué pasará si el proceso de estatización no apaga el fuego de la malversación ni elimina la torpeza del gobierno del doctor Fernández? ¿Aumentarán de nuevo la tarifa eléctrica y los impuestos para entonces seguir dilapidando el erario? Con esta demostración de desprecio por la opinión de los demás, no debía sorprendernos que quienes han provocado y atizado el fuego, disfrutando del espectáculo de las llamas, viéndolas bien de cerca, asuman ahora el rol de bomberos tratando de ocultar sus malos manejos y aparentando apagar el fruto de su piromanía. Y para colmo del descaro, su narcisismo les hace creer que nosotros, los sufridos por su torpeza y su malversación, debíamos aplaudirlos. Vaya cinismo de estos pirómanos que ahora fingen ser bomberos.

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