Entre los hoyos de las aceras de su ruta, Pirulita va sorteando sus pasos para no caer en un charco que le dañe sus zapatos de uniforme… Su padre, sosteniéndola con su mano izquierda, trata de establecer prioridad entre si coger con la mano derecha el celular o si coger la lonchera de su hijita… o los dos al mismo tiempo… En todo caso, siempre estará la prioridad de responder al celular y poner eso en su mente, aunque tenga la enorme responsabilidad de caminar a su hijita a su escuela…
“Papi… ¿Y qué dice ahí en la pared? Pregunta ella… A lo que su padre, que sigue caminando a pasos raudos y sin bajar la cabeza, le responde: “Eso es una fuñenda que llaman “lavandería” y que sirve para que tu ropa, cuando lo puedas pagar, esté más limpia…”.
En eso, dos yipetones del to’ el size pasan rozándoles y casi se los llevan de encuentro… “¡Esos tipos son unos abusadores de marca mayor!”… -explota al padre- Y, al mismo tiempo, aquella criatura de apenas 7 años que en tamaño no le rebasa la cintura al padre, pregunta: “Papi… ¿Por qué cada uno de esos guaguones, en lugar de la placa de atrás –como los carros de los papás de mis amiguitos- tienen ahí la foto de un tipo a quien no había visto nunca… como si fuera anunciando una gente que quiere llegar a mandar?
El padre, que vira la cabeza para aegurarse de lo que ha visto y dicho su hija, exclama lo único que le viene a la cabeza: “Eso es lo que le llaman promoción de un candidato, mi hija…. Es que en estos días muchas gentes cogen una bandera, una placa, una gorra o una camiseta y levantan sus pesitos diciendo que son del partido…”. A lo que Pirulita interrumpe a su progenitor y vuelve e insiste… “Pero papi, no me has contestado todavía… “¿Por qué esas placas no son como las demás? ¿Por qué les pasan frente a ese AMET ahí en la esquina y él, en lugar de detenerlos, simplemente los saluda, manda a parar a esos otros carros que ves ahí aguantando, y les permite a los guaguones seguir y acelerar en las mismas narices de nosotros, los de a piés?”
“¿Y cómo es que tú Pirulita, tan pequeña, te fijas en esas cosas en vez de acelerar el paso para que no nos cierren la puerta en la escuela y pierdas tu día de clases?” le dice el padre… A lo que ella responde: “Ay papi, cuando vi la lavandería no pudimos seguir hablando, porque nos mandaron a callar esos benditos guaguones… En ese mismo momento –remacha- tú me dijiste que ese era un lugar especial para lavar mi ropa cuando sea grande y la pueda pagar… Pero, mira bien papi… mis amiguitos del curso dicen que muchos de esos guaguones pasan por la lavandería y no salen limpios y blancos como mi ropa…”- Al tiempo que pregunta- “¿Será que esa lavandería funciona en otra hora… o, de otra forma?”…
Pirulita diciendo eso y llegando el padre y su hija justo frente a la puerta de la escuela… La niña, a sabiendas de que sólo le queda recibir un beso, vira su carita… mira fijamente a su padre y, al mismo tiempo… mira la lavandería… “Papi, gracias por traerme… Recuerda que todavía no me has explicado el por qué a la lavandería se le relaciona con todas esas cosas grandes… como guaguones grandes… apartamentos grandes… casas de playas grandes…” … A lo que el padre la despide diciéndole: “Algún día entenderás, que la diferencia está en que esta lavandería que pasamos frente a ella tiene máquinas para lavar con agua y detergente… y, la lavandería que nos pasó frente a nosotros son máquinas para lavar con gas, gasoil, o gasolina… y no resisten detergente…”.
Aún alejándose en el patio del colegio, Pirulita le grita al padre: “Papiiiiii… ¿Pero esas no blanquean la ropa blanca, aunque quieran apantallar?