Piscina Olímpica Es el dolor de cabeza deportistas de La Romana

Piscina Olímpica Es el dolor de cabeza deportistas de La Romana

LA ROMANA.
El complejo acuático de aquí, construido con una inversión multimillonaria para la celebración de los Juegos Deportivos Nacionales del año 2000, sigue siendo un gran dolor de cabeza para el movimiento deportivo local y la comunidad romanense en sentido general.
En su momento se le consideró como uno de los complejos acuáticos más modernos del área del Caribe y sus dimensiones respondían a los parámetros establecidos por las entidades que rigen el deporte de la natación a nivel mundial.
De hecho, tras los Juegos Nacionales, la ciudad de La Romana acogió el Campeonato Centroamericano y del Caribe de Natación y en la decisión de favorecerle con la sede, prevaleció las condiciones que presentaba este complejo.
Su vida útil, sin embargo, apenas duró poco menos de seis años, desde su construcción, en el 2000, hasta el 2006. A partir de entonces cayó en el desuso y el abandono y como vía de consecuencia, en un contínuo e indetenible proceso de deterioro.
Hoy la obra luce totalmente abandonada; una inversión para la época que rondaba los 40 millones de pesos, perdida, y un espacio al que no se le está sacando “ningún tipo de provecho”.
Por el contrario, varias personas han perdido la vida en el lugar. Múltiples soluciones se han planteado, pero todas implican una alta inversión económica y al día de hoy no se conoce de ningún plan dirigido a rescatar la instalación o aprovechar el espacio para otros fines ajenos a la natación.
“El problema de las piscinas olímpicas es que, primero, implican una gran inversión para su construcción y, luego, otra gran inversión para su mantenimiento”, dijo Amos Anglade, un reconocido dirigente deportivo local, quien, además, es miembro directivo de la Unión Deportiva.
Sostiene que producto de esa situación las piscinas han terminado en elefantes blancos, no solo en La Romana sino en todas las provincias donde se han construido.
Entiende, sin embargo, que la rehabilitación debe ser la salida más satisfactoria y luego entregarla a un patronato, que se encargue de su administración.

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