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Puede que en algún momento de nuestras vidas nos haya tocado, en la medida en que nos encontremos algo traumatizados, ser pisoteados o marginados. Para comprender esa exclusión social por la escasez o la falta de cosas más precisas de los marginados de las grandes ciudades es necesario ir un poco atrás en el tiempo. Es preciso situarse en las primeras décadas del siglo XIX en aquellos inicios del socialismo que con sus nuevas ideas agitaron Robert Owen y Ruskin, en medio de la Revolución Industrial de la era de la Reina Victoria, cuando en Inglaterra se produjeron grandes cambios en las concentraciones urbanas de esa época. Es entonces cuando surgen voces críticas al sistema de producción del nuevo capitalismo.
Sin entrar en detalles de los defectos de aquella etapa de la historia urbana, que produjo desarrollo y progreso, pero también degradación para muchos ciudadanos incapaces de incorporarse y adaptarse al sistema y se quedaron al margen en las calenturientas calles de la City de Londres o de cualquier otra ciudad de entonces, luego, veamos por qué hay pisoteados, marginados y humillados.
Quien quiera un retrato real e impresionante de aquellos acontecimientos que vivieron nuestros antepasados, le basta adentrarse en la lectura de la inmensa obra de Charles Dickens, que en su momento me dio a leer mi padre, muy a pesar de aquellos que aún realzan la sentimentalidad de las novelas de este autor, pero lo cierto es que nadie como Dickens para profundizar en la conciencia de los pisoteados y en su compasión, es que los personajes de este ilustre escritor son, antes que nada, seres sociales, sumergidos y perdidos en el corazón de las grandes ciudades, esas que se tragan o salvaguardan a los miserables. Es que este autor hace la caricatura social y hasta es distorsión humorística, para que nos percatemos de lo dramático, injusto y ridículo del mundo en que se mueven rufianes, ricos, avaros e hijos abandonados, sirvientes y profesores crueles, banqueros corruptos, jovencitos sin recursos, pillos astutos y almas cándidas.