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Todavía la historia del huérfano maltratado, que Dickens retrató en Oliver Twist, vapuleado por las circunstancias mientras trataba de sobresalir, es una escena común en nuestra modernidad del siglo XXI. La violencia de hoy, es la misma de ayer, como el femenicidio, las atrocidades de los políticos en el poder y su dañina corrupción. Parece como si nada hubiera pasado, continúan los jueces sumisos al gobernante de turno, los tapaderos cuasilegales para encubrir el robo, la explotación infantil y de las mujeres indigentes y madres solteras ¿ó no? que sirven a las mañas de algunos políticos y ciertos sectores de las clases más pudientes del país, para adormilar sus infamias y retorcidas conciencias.

De una cosa podemos estar bien seguros, que el futuro de los hombres y las mujeres de nuestro país podrían mejorarse, gozar de buenas condiciones de vida y respeto y de educación y buena formación profesional, técnica y laboral, si toda la nación se propusiera a crear una nueva sociedad donde el abuso, la crueldad, el desprecio y la pobreza fueran la prioridad a combatir de todo aquel que surgiera como gobernante en el futuro inmediato y así solamente volvería la paz y la seguridad para todos los ciudadanos. ¡Ojalá se cumpliera lo establecido en nuestra Constitución y nuestras leyes! Para que así puedan emerger las bondades humanas sobre los políticos corruptos.

Hemos reflejado esos extraordinarios episodios de la obras de Dickens, para que se comprenda que en nuestro diario vivir, hay muchos casos semejantes y no nos atrevemos a mirar lo que se viene cocinando en nuestras propias cloacas, es decir, que lo que conoció Dickens en el año  1836, sigue hoy agotando a toda la humanidad en pleno año 2013 y por tanto en nuestra querida República Dominicana. ¡Que Dios nos ayude a cambiar de rumbo para bien de nuestros marginados, pisoteados y humillados! Basta ya de abusos y atropellos.

Para detener la irritación que sufre el pueblo dominicano, durante tantos años por sus políticos y empresarios, que no tienen compasión, es necesario implementar una política económica, que los ciudadanos comprendan la magnitud del problema económico que nos tiene preocupados y que los políticos y ciudadanos entiendan y admitan el coste social que se derivaría de un arreglo forzado de la economía nacional. Solo así podrían desaparecer los pisoteados y humillados, porque marginados siempre los habrá.