Son de los frutos más ricos en proteínas, y, además, están llenos de fibra, ácido fólico y grasas buenas.

De color verde brillante en su forma original y con un sabor que nos recuerda en cierta forma al de la almendra, este fruto seco se suele vender tostado con sal para disfrutar como aperitivo. Cuidado con los que tienen la cáscara casi cerrada, ya que no suelen ser de buena calidad; es mejor comprar los que la tienen bastante abierta (porque, además, son más fáciles de pelar para comer). Los pistachos crudos pueden escaldarse para usarlos en distintas recetas de cocina, respetando sus propiedades.

¿Por qué son tan sanos?  Con frecuencia, como nos ocurre con casi todos los frutos secos, el gran contenido calórico de los pistachos nos quita las ganas de comerlos; sin embargo, con ellos nos perdemos sus muchas propiedades saludables. De hecho, son de los más ricos en proteínas vegetales, sobre todo en arginina, un aminoácido que aumenta las defensas, interviene el conocimiento y ayuda a reducir las defensas, interviene en el crecimiento y ayuda a reducir el colesterol  malo. Tiene una buena cantidad de grasas buenas, las monoinsaturadas, triglicéridos y ácido oleico, lo que convierte a este fruto en un alimento cardiosaludable. A estas bondades, se  añade su importante  capacidad antioxidante, rejuvenecedora y anticancerígena, derivada de su alto contenido en vitamina E, carotenos y fitoesteroles.

¿A quién le conviene? Los niños en edad de crecimiento y desarrollo y las personas con altos niveles de colesterol y con hipertensión tienen en el pistacho un buen aliado para sentirse mejor. Previene las enfermedades cardiovasculares y tiene mucho ácido fólico, esencial para las embarazadas. Ayuda a corregir el estreñimiento y la sensibilidad a la insulina.

¿Pueden hacer engordar? Es cierto que, como cualquier alimento calórico, un exceso en su consumo llevaría a acumular demasiadas calorías en la dieta.