Pito y señas

Pito y señas

En 1997 nos tocó formar parte del equipo de técnicos que acompañaron al ingeniero Hamlet Hermann en la fundación de la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET).

Desde sus orígenes la misión general sería: “Regular todo lo relativo a la oferta y demanda del transporte para que su costo económico, su costo social y su costo ecológico sean mínimos”.

La sociedad dominicana demanda permanentemente bienes y servicios. La oferta necesaria para suplir esa demanda se encuentra distribuida de manera global en el país. “Transporte” es la gerencia que se ejerce sobre los recursos físicos, tecnológicos, humanos y financieros, para poner en contacto a la oferta de bienes y servicios y a la sociedad que los demanda.

Bajo esa sombra, el fax y el Internet son tecnologías del ámbito del transporte. De hecho, ambas han sacado de las calles a millones de mensajeros.

Como vemos, la de AMET es una misión propia de técnicos calificados de la ingeniería, la arquitectura, la sociología, la economía y otras ciencias. Si la Policía Nacional y particularmente la Policía de Tránsito no hubiesen estado tan desacreditadas, no hubiera sido necesario incluir en 1997 una Policía Metropolitana en el organigrama de AMET. Los planes, programas, proyectos y normativas provenientes de AMET hubiesen tenido entonces un órgano idóneo en la Policía de Tránsito para garantizar su cumplimiento.

Con el paso del tiempo, trece años, lejos de reforzar el carácter técnico de la institución, sucedió todo lo contrario.

El pecado original fue que nació por decreto del Poder Ejecutivo cuando debió ser una iniciativa municipal.

El segundo pecado fue que se extendió más allá de los límites metropolitanos, y el clientelismo le dio presencia en Santiago, Baní, Azua, La Romana, Higüey, San Cristóbal y otras provincias.

Pero el mayor y tercer pecado fue que condenaron a la AMET a sufrir oficiales Generales de la Policía. Es decir, lo que en sus orígenes debió ser una institución de técnicos que velaran por regular todo lo relativo a la oferta y demanda del transporte para que su costo integral fuera mínimo, quedó convertida en una institución de “pito y señas”.

“¡Pito y señas!” es una frase que resume muy  bien la nueva misión de la AMET y que por demás es harto conocida por la institución: se refiere a la actuación de la Policía Metropolitana que entiende que su misión es tocar pito y hacer señas con la esperanza de que las intersecciones  se liberen de los taponamientos propios de su ineficiencia.

Las intersecciones se taponan, entre otras cosas, porque ellos no han sido capaces de armonizar y hacer eficiente el movimiento en la oferta y  la demanda de bienes y servicios. Adicionalmente hay mucho irrespeto no sancionado a la legislación vigente: a los carriles, a los semáforos, a las zonas de parqueo, al tránsito en una sola vía, a no bloquear la intersección, así como otros desafueros cotidianos.

“Pito y señas”,  qué pena, yo hubiera preferido “Gerencia, como ha sido explicada,  y respeto a la ley”

Publicaciones Relacionadas

Más leídas