Pizarra, tiza y papel

Pizarra, tiza y papel

MARIEN A. CAPITÁN
La tiza vuela mágicamente de la mano del maestro. Parece bailar. Los movimientos, curvos, constantes, se traducirán en palabras que luego él tendrá a bien explicar. Con ellas, siempre y cuando sean certeras, se abrirá un mundo que jamás se habrá de cerrar: el del conocimiento. Ese maestro, ese hacedor de opiniones y de saberes, tiene una gran responsabilidad: forjar a los hombres que algún día llevarán las riendas de este país. Muchas veces, sin embargo, ese objetivo no se cumple. Tampoco, por aquello de la falta de instrucción, de la sobrecarga y del déficit del tiempo, hemos logrado que nuestros niños y jóvenes estén medianamente educados.

Pensando en ello, quizás por unas de esas jugarretas del destino, cayó en mis manos el discurso pronunciado por el presidente Fidel Castro en la clausura del VIII Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas el 5 de diciembre del año pasado. Al leerlo, vi algunos datos que realmente me sobrecogieron.

Para empezar, Fidel decía que en las escuelas primarias cubanas los maestros atienden a sólo 20 niños. Aquí, sin embargo, ese número es una quimera puesto que un maestro dominicano puede llegar a tener más de cincuenta infantes en una sola aula.

Continuando con los datos, pero dejando las comparaciones de lado puesto que siempre son odiosas, las escuelas cubanas cuentan con televisores, videos y laboratorios de computación para que no haya un solo niño que no tenga acceso a estos modernos medios de aprendizaje. Para ello, incluso, han dotado a las escuelas que no tenían electricidad de paneles solares.

Conscientes de la importancia de la revolución cibernética que se ha gestado en esta era, en Cuba se ha comenzado a dar clases de computadoras desde el nivel preescolar (tienen doce mil 958 profesores de computación). Pero, como las computadoras no son la única herramienta necesaria en estos días, a partir del tercer grado de primaria también comienzan a estudiar inglés.

Por aquello de que la vida no es sólo letras, un teclado o unas frases americanas, los niños cubanos además aprenden a jugar ajedrez y reciben instrucción artística y cultural. Para ello, cuentan con tres mil doscientos setenta y un instructores de arte.

Respecto a las clases, Fidel comentaba que los niños de primaria aprenden 2.2 veces más en matemáticas y 1.5 veces más en español de lo que aprendían hace cuatro años. Es decir, para ellos el reto es que las transformaciones curriculares se traduzcan en que los niños aprendan cada vez más.

Pasando al nivel secundario -o medio como se le ha rebautizado por aquí-, el sistema es diferente al nuestro: ellos tienen un profesor general integral que tiene la responsabilidad de impartirle casi todas las materias a los 15 estudiantes que atiende. Fungiendo como tutor, las únicas materias que estos profesores no imparten son el inglés y la educación física.

La última modificación que se ha hecho en esta área es, explica el comandante, el incremento de la frecuencia de las clases de matemáticas, computación, historia y español.

En otro orden, Cuba cuenta con la mayor matrícula que ha tenido en toda su historia en el área de la enseñanza superior: 380 mil estudiantes. De ellos, hay 233 mil que se forman en las 938 sedes universitarias que están diseminadas en los 169 municipios que tiene el país.

Continuando con los números, Cuba tiene 65 mil 427 profesores y tutores; ha formado 700 mil profesionales desde que inició la revolución; tiene una Universidad de las Ciencias Informáticas en la que estudian seis mil jóvenes; y ofrece cursos de superación integral que, destinado a la población de 17 a 30 años, permiten que más de 150 mil jóvenes cursen programas que les permitirán recibir un ingreso adecuado a su edad y sus necesidades.

Dejando de lado las palabras de Fidel, es necesario apuntar que Cuba erradicó el analfabetismo en el año 1961 y que su población presenta un alto nivel de instrucción y cultura. Es, quizás, el mejor espejo en el que podríamos reflejarnos.

Sé que muchos dirán que nuestras sociedades son muy distintas. Pese a ello, y la afición capitalista que tenemos, creo que es hora de que comencemos a mirar al otro lado del mapa y recordemos que allí, muy cerca de nosotros, hay un país que tiene mucho que enseñarnos.

m.capitan@hoy.com.do

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