Los plaguicidas son sustancias químicas utilizadas para eliminar cualquier ente vivo que dañe los cultivos, ya sean insectos, roedores, bacterias u hongos y, como entes vivos, los animales y las plantas también sufren los efectos de los plaguicidas.
El término plaguicida incluye diferentes variantes: los insecticidas, para matar insectos; los herbicidas, para las malezas; los fungicidas, para los hongos; o el veneno, para roedores como ratas o ratones.
El uso de estas sustancias en el ámbito doméstico para eliminar insectos o para curar las plantas debe ser la última opción. El aspecto primordial para evitar posibles plagas en el hogar es la prevención.
Algunos plaguicidas son persistentes y viven largos lapsos de tiempo en el ambiente antes de desintegrarse, acumulándose en los tejidos de los organismos vivos, cuando estos respiran, beben líquidos o ingieren alimentos. Algunos no se descomponen por los mecanismos naturales de desintoxicación.
Daños a la salud. Lo peor de todo es que no siempre permanecen donde fueron aplicados. Algunos pueden viajar rápidamente largas distancias arrastrados por el viento y el agua, incluso a zonas remotas del planeta.
La forma usual de entrada al organismo de un plaguicida es por contacto directo con la piel, pero también pueden entrar por los ojos, la boca (especialmente en los niños) y por los pulmones.
La exposición a agrotóxicos puede causar irritación, dermatitis, cambios de coloración de piel, quemaduras, náuseas, vómitos, diarrea, irritación, edema pulmonar arritmias, falla cardiaca, mareos, alteraciones de estado de conciencia.
Los síntomas de intoxicación por plaguicidas pueden ser confundidos con resfriados, gripes o alergias. Pueden aparecer horas, días o, muy rara vez, semanas después de la exposición.
Datos. Según la OMS, anualmente se intoxican dos millones de personas en el mundo por exposición directa o indirecta a plaguicidas. De ese total, las 3/4 partes de afectados pertenecen a los países subdesarrollados, donde únicamente se utiliza el 25% de la producción mundial de plaguicidas.
En el mismo estudio, cita que el contacto con pesticidas y su entrada al organismo -a través de la piel, la respiración o por ingestión- se produce por exposición laboral y en el hogar debido a usos y aplicaciones incorrectos, falta de medidas preventivas y de protección, almacenamiento inadecuado, reutilización de envases (comederos de animales, almacenamiento y traslado de agua) y fumigaciones aéreas.
Los efectos indeseados producidos dependen del pesticida, la dosis, la vía y el tiempo de exposición.
Los efectos agudos (vómitos, diarrea, aborto, cefalea, somnolencia, alteraciones comportamentales, convulsiones, coma, muerte) están asociados a accidentes donde una única dosis alta es suficiente para provocar los efectos que se manifiestan tempranamente.
Los crónicos (cánceres, leucemia, necrosis de hígado, malformaciones congénitas, neuropatías periféricas, a veces solo malestar general, cefaleas persistentes, dolores vagos) se deben a exposiciones repetidas y los síntomas o signos aparecen luego de un largo tiempo (hasta años) de contacto con el pesticida.
Las claves
1. Su uso
Cuando el uso de plaguicidas es inevitable: leer las etiquetas y seguir las instrucciones.
2. Precaución
No aplicar plaguicidas en lugares cerrados. Si es así, abrir las pertas y las ventanas.
3. Protección
Mantener los envases fuera del alcance de los niños.
4. Tenga en cuenta
Nunca rociar sobre colchones, sábanas o ropa, ni cerca de platos o cubiertos.
5. Al desecharlo
Hágalo de manera segura.