Plan de EEUU para América latina
Nuevo enfoque con pocas perspectivas

Plan de EEUU para América latina<BR>Nuevo enfoque con pocas perspectivas

Comentario Editorial
La administración Bush se acerca hacia un enfoque más constructivo en sus relaciones con América Latina. Nuevas ideas bien recibidas en áreas como la energía y la ayuda a los pobres de la región han empezado a entrar en su orden del día, limitada por demasiado tiempo al libre comercio, la seguridad y la guerra a las drogas.

La diplomacia-especialmente en relación con el líder socialista radical de Venezuela, Hugo Chávez- se está haciendo más consistente. Y la administración ha empezado a prestarle mayor importancia a la edificación de vínculos con aliados regionales, un hecho reflejado por la visita de esta semana de Henry Paulson, el secretario del Tesoro, a Brasil, Chile y Uruguay.

Las nuevas iniciativas son bienvenidas, pero son demasiado modestas y llegaron muy tarde para que el presidente Bush pueda echar atrás el declive en la influencia de Estados Unidos en la región.

Compárese, por ejemplo, los US$20 millones que está gastando EEUU en una misión humanitaria de atención a la salud de cuatro meses de duración, que implica la visita del barco hospital “Comfort” a 12 países, con la escala de los planes de salud que están desarrollando Chávez y su aliado cubano, el presidente Fidel Castro.

Los militares estadounidenses y los médicos voluntarios a bordo del “Comfort”, sin dudas están haciendo muchísimo bien, pero el proyecto hace poco por construir capacidad a largo plazo. En contraste, varios miles de médicos cubanos están radicados casi de manera permanente en áreas deprimidas de Venezuela, Bolivia, y otros varios países. A la larga, esta generosidad depende de los altos precios del petróleo y puede que no sea sostenible. Sin embargo, Washington todavía tiene que ser más ambicioso en este asunto.

Además, el control demócrata del Congreso limita la capacidad de Bush de hacer avanzar una amplia agenda de liberalización del comercio que pudiera cementar las conexiones económicas crecientes en el hemisferio. El Congreso bien pudiera aprobar los acuerdos de comercio pendientes con Perú y Panamá, pero parece probable que rechace un acuerdo con Colombia, el aliado regional más leal de Washington.

A Bush le gusta la idea de una alianza energética con Brasil, pero está limitado por la feroz defensa del Congreso de las tarifas y subsidios al los ineficaces productores de etanol estadounidense. Funcionarios de la administración hablan cariñosamente de la “alianza de los pueblos”, pero la reforma a ley de inmigración que fracasó el mes pasado deja a 12 millones de inmigrantes latinoamericanos en el limbo. La retórica no casa con la realidad.

En general, la nueva agenda latinoamericana de Bush aporta un patrón mucho mejor para la política, aunque su impopularidad personal hará que esa plantilla sea ampliamente ignorada. La concreción de estas nuevas ideas le caerá a la próxima administración de EEUU.

VERSION IVAN PEREZ CARRION

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