Plan de estímulo económico de EEUU
¿En qué consiste el plan económico de los EEUU?

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A semanas de llegar a la Casa Blanca, el presidente Barack Obama encara un dilema a causa de las condiciones proteccionistas en su plan de estímulo económico: respaldar las medidas podría desencadenar una guerra comercial; si se opone, podría decepcionar a sus partidarios, especialmente en el mundo sindical.

El problema reside en que el plan requerirá que los grandes proyectos de obras públicas den prioridad a la adquisición de acero, hierro y maquinaria producidos en Estados Unidos en detrimento de los importados. Legisladores demócratas y grupos de presión aliados del presidente respaldan la medida, pero  aliados internacionales y socios comerciales creen que dar prioridad a las empresas estadounidenses  violaría los compromisos comerciales y podría ocasionar medidas de represalia en todo el mundo.

El plan de rescate financiero estadounidense, oficialmente “acta de Estabilización Económica de Urgencia de 2008”, es una ley de carácter intervencionista que autoriza al Secretario del Tesoro estadounidense a gastar dinero público para la compra de activos basura, especialmente títulos respaldados por hipotecas, a los bancos nacionales para salvarlos de la quiebra. La ley fue propuesta durante la crisis de liquidez de septiembre de 2008, y fue primero rechazada, y luego suavizada y posteriormente aprobada por el congreso.

Los partidarios del plan sostienen que esta ley, así como las anteriores adquisiciones e inyecciones de liquidez, supone una intervención en el mercado sin precedentes en la historia del capitalismo y fue vital para evitar una mayor erosión de la confianza en los mercados de crédito estadounidenses. Los oponentes lo consideran un coste desproporcionado, manifestando el descontento de desviar dinero público para rescatar los bancos de inversión de Wall Street, así como de no tomar en consideración otras alternativas.

La propuesta

La propuesta original era un proyecto de ley de tres páginas, denominado Programa de Alivio de Activos Turbulentos, presentado a la Cámara de Representantes. El objetivo del plan era adquirir activos basura, reducir la incertidumbre sobre el valor de los activos restantes y restablecer la confianza en los mercados de crédito. El departamento del Tesoro  tendrá a su disposición  US$780,000 millones para comprar deuda de  mala calidad a bancos, planes de pensiones y gobiernos locales.

En esencia el plan de rescate financiero descansa en cinco pilares: 1) el tema del monto, porque el Tesoro, con el respaldo de la Reserva Federal (FED), ha pedido autorización para poder movilizar más de 700,000 millones de dólares  para comprar a los bancos activos contaminados por las hipotecas basura, y tenerlos fuera de sus balances hasta que vuelva la normalidad al mercado. Los demócratas propusieron concederlos de forma gradual, poniendo un monto a disposición inmediata del Tesoro, y dejando otra parte listos para movilizar si los solicita la Casa Blanca.

Los republicanos no quieren dar un cheque en blanco para pagar los abusos de los banqueros. Para proteger al contribuyente proponen un programa que asegure que las hipotecas tóxicas que están mermando los balances a través de incentivos fiscales a las empresas; 2) el tema de la compensación a ejecutivos, porque el Tesoro consensuó un acuerdo que limita los sueldos y compensaciones de los ejecutivos de entidades que participen en el plan. La dificultad está en establecer a partir de qué momento se aplica esta medida, que estaría basado sobre la noción del “riesgo excesivo” que asumieron a la hora de gestionar las inversiones; 3) en el tema de los retornos, porque los legisladores están de acuerdo en que si se moviliza dinero público, el contribuyente debe tener algún tipo de retorno si los bancos participantes obtienen beneficios fruto del rescate.

Para ello está sobre la mesa la idea de que el Tesoro tenga una participación en el capital de las entidades que acudan en su ayuda y que ese dinero vaya a reducir la deuda; 4) en el tema de la ayuda a los propietarios, porque se quiere que el plan de rescate no mire solo al sector financiero, al que señalan como responsable de esta crisis. Y son los propietarios los que en últimas se están topando con dificultades para preservar sus viviendas; y 5) en la supervisión, porque el plan original otorgaba al secretario del Tesoro poderes sin precedentes para manejar esa suma masiva de dinero público. Los oponentes quieren estar seguros de que el dinero del contribuyente se usará de la forma adecuada y que el plan funcionará. Para darle transparencia se quieren crear dos comités de supervisión independientes, que pueda intervenir en el proceso en caso de que no se consigan los objetivos.

Los alcances

La actual crisis económica es considerada global porque sus efectos se han manifestado casi en todo el hemisferio occidental. Y lo cierto es que, si el resto del mundo no compra más productos norteamericanos, toda recuperación de Estados Unidos podría ser débil. Diversos analistas han reconocido que los EEUU y el resto del mundo, está lidiando con tres crisis separadas que, aunque entretejidas, están también bastante diferenciadas.

Primero, contamos con una crisis del colapso de los gastos de consumidor estadounidense, los cuales representan el 70% de la economía. Y, traumatizados por la caída en los precios de la vivienda, y de las acciones, no les ha quedado otra que disminuir sus gastos y aumentar los ahorros. Ese hecho ha provocado directamente muchos despidos. La segunda es la llamada crisis financiera, que se manifiesta en las políticas de créditos y liquidez. La disminución de los préstamos priva a la economía de crédito para financiar empresas, viviendas y adquisiciones costosas.

Y los cortes más profundos involucran la “securitización” (la venta de bonos). La tercera es la crisis comercial, que se manifiesta cuando se alteran gravemente los patrones de gastos y de ahorro. Los países ahorristas de Asia han descansado en un crecimiento impulsado por las exportaciones que, a su vez, ha requerido que los consumidores norteamericanos gasten porciones cada vez mayores de sus ingresos. Como resultado de ese fenómeno se produjeron enormes desequilibrios comerciales que combinaron déficits de Estados Unidos y excedentes de Asia. Así, con la reducción de los gastos de los norteamericanos, este patrón ya no es sostenible. Y Asia está cayendo en una recesión.

El remedio propuesto es el “plan de estímulo económico”. Porque si el Gobierno no contrarresta los declives en los gastos de los consumidores y en otros gastos privados, la economía podría entrar en una espiral descendente de varios años. Analistas del congreso  consideraron un paquete de 825 mil millones de dólares, dividido entre 550 mil millones de dólares y gastos adicionales de 275 mil millones de dólares en recortes fiscales. Pero, en la práctica, dicho estímulo podría decepcionar.

Se cree que algunas de estas propuestas, cualesquiera sean sus méritos, no producirán muchos puestos de trabajo nuevos. Además, el impacto de los gastos en la construcción podría repercutir muy lentamente. Porque un estímulo temporario no puede alimentar una recuperación permanente. Eso requiere un fuerte sistema financiero que satisfaga las necesidades de crédito de una economía en expansión. Y la forma de llegar a eso no está claro todavía.

Porque, aun considerando que el esperado flujo de crédito aumente, aún así, no se tiene plena seguridad de una recuperación vigorosa, porque la crisis es de alcance global. Las viejas pautas comerciales  ya no funcionan. Si China y otras naciones asiáticas tratan de superar el problema exportando, es probable que sufran una decepción. Todo aumento de importaciones en los EEUU debilitaría la incipiente recuperación  y tal vez provocaría una reacción proteccionista. Por  ese camino se llega a un nacionalismo económico de represalias, que podría llegar a perjudicar a todos. 

La cifra

789 mil millones de dólares.  Es el monto máximo del plan de estímulo económico considerado por  analistas del congreso. De este monto, un 65% irá destinado a inversiones y un 35% irá destinado a recortes fiscales.

Zoom

Plan de rescate

El aspecto central del plan de rescate es un fondo de más de 800 mil millones de dólares que se utilizará para comprar los valores tóxicos, principalmente inmobiliarios, lo que reducirá considerablemente la carga de los bancos. Presenta tres nuevos puntos de análisis: (1) en las cuentas bancarias, porque los depósitos bancarios estarán garantizados hasta 250 mil dólares. En vez de 100 mil dólares. Beneficia a los clientes de bancos en caso de una bancarrota de la entidad; (2) en los impuestos, porque se han previsto reducciones impositivas por 150 mil millones de dólares, que beneficiarán sobre todo a los sectores de bajos recursos y a las familias, así como a determinadas empresas; y (3) en las amortizaciones, porque en lo adelante, la corrección de valores serán menos severas. Ahora los bancos no necesitarán amortizar los créditos y títulos riesgosos, lo que probablemente les permitirá disminuir sus posibles pérdidas millonarias.

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