Plan energético del gobierno y sus dificultades

Plan energético del gobierno y sus dificultades

JOSÉ LUIS ALEMÁN S.J.
Todo plan tiene que distinguir entre lo que busca, su objetivo y los instrumentos para alcanzarlo. El objetivo debe responder a una motivación capaz de movilizar los recursos y  su origen, la voluntad de  los actores sociales. Los instrumentos tienen que estar dentro del influjo de quien dirige el plan, ser manipulables por él,  y contar con  potencial para influir sobre el objetivo.

El problema de los fines es de naturaleza  psicosociológica, o sea más bien emotiva. De eficiencia la de los instrumentos.

Un Gobierno, cualquier Gobierno, sufre de grave obsesión fiscal cuando,  presionado  por organismos internacionales para eliminar sus déficits  encuentra una sorda pero muy locuaz resistencia de la población a más altos impuestos  o a más elevadas tarifas por servicios subvencionados. Esa es la situación del Gobierno Dominicano que tendrá que desembolsar casi dos mil millones de dólares por pago a una deuda ya renegociada, por lo tanto prácticamente innegociable, y otros mil millones de dólares como subvención a la electricidad y al gas. Esos dos renglones conforman un hoyo negro donde se sume más del cuarenta porciento del Presupuesto.

  Añada uno a esas obligaciones otras contractuales de pago a servidores públicos y a algún proyecto importante de costosa preferencia y  encontrará que el  Gobierno es incapaz  de atender reclamos de servicios sociales adicionales como la educación y la salud  de importancia para el desarrollo humano y social.

Lógicamente la obsesión fiscal se traduce en el caso dominicano en disminuir los subsidios eléctricos para equilibrar las finanzas públicas. La disminución puede lograrse de dos maneras: suprimiendo los subsidios sin tener en cuenta que un mínimo  de bienes meritorios se debe a todos las personas de una sociedad irrespectivamente de sus ingresos, o buscando un aumento de rentabilidad del sector energético.

El Gobierno sabe de sobra algo que al decir de algunos no aprecia el FMI: la imposibilidad social y política de reducir drásticamente  los subsidios. Prefiere con mucho retoques accidentales de los subsidios y mejoría de la rentabilidad de las empresas eléctricas.

De hecho este es, me parece, el norte del energético nacional.

 1. Objetivo del Plan Eléctrico

 Si esto es así, la insuficiencia fiscal empuja al Gobierno a un camino peligroso: convertir en fin de la política energética lo que es un medio, el saneamiento financiero del sistema. En la misma piedra tropezamos los economistas cuando hacemos del equilibrio fiscal, cambiario o financiero el objetivo de la política económica del país. Confundimos los fines con los medios, algo muy comprensible en la práctica porque lo que nos impide aquellos es la insuficiencia de medios. En realidad el objetivo debería ser el desarrollo humano o, concretamente un cierto grado de acceso universal a bienes básicos.

No se trata de un desliz “filosófico” intrascendente que se remedia en la práctica superando escasez de recursos. Estamos ante un monumental error práctico: si algo mueve poco al ciudadano es el estado financiero del Gobierno. Mueve poco ciertamente porque no es su asunto y porque sencillamente no lo cree. El ejemplo de ejecutivos o aprendices políticos que, sea o no conveniente, viven rodeados de guardaespaldas, visten bien, viajan en superjeeps y helicópteros, disfrutan de electricidad las 24 horas  y hablan bonito ha convencido a muchos que al Estado le faltará verguenza o sinceridad pero no recursos. Más fácil, me ha dicho una empleada doméstica creería que un gran empresario está en mala situación económica o, añadiría yo,  que el Vaticano es pobre, algo que su  Fe le cohibe pensar y menos decir. Esta actitud  no será objetiva pero contra las hechos enmudecen las razones.

La formulación de las metas de la política energética tiene que expresar realidades  agradables y no masoquistas. Afortunadamente la energía se asocia con la luz, la iluminación pública, el agua fría, la brisa abanicada, los programas de televisión, el buen  funcionamiento de las peluquerías, talleres y fábrica, etc., etc. Curiosamente la publicidad energética insiste a veces en el ahorro de comodidades, el pago de servicio, el lúgubre futuro energético… Con razón se predican estas virtudes ascéticas. Pero confundimos los medios con el fin. El fin es bueno y agradable; los medios quizás menos. Es curioso como una sociedad occidental cada día más laica o menos clerical reproduce inconcientemente ideales de una vida monástica en la cual el mérito se pone o ponía en la renuncia y no en el disfrute.

Más llamativo aún: quienes predican la austeridad energética o fiscal disfrutan, exhiben mas bien,  a la vista de todos las bondades de su abundancia. Si por lo menos el mensaje fuese predicado por predicadores consecuentes con su vida eléctrica…

 2. Los instrumentos

Los dos principales instrumentos del Plan Energético son  bajar el costo de la producción y distribución de la energía eléctrica y renegociar el acuerdo de Madrid que a cambio de disminuir el monto de una deuda que habría que liquidar en cinco años obtuvo un sensible alargamiento a quince años que, hoy, dificulta la construcción de generadores más eficientes en término de costos.

a) Cambio de generadores

Parece que actualmente la capacidad instalada es suficiente para satisfacer la demanda de energía eléctrica a pesar de  la dificultad de estimarla ocasionada por parte de los consumidores no regulados, del mal estado de mantenimiento de varias plantas  y del robo de energía. Esta capacidad, sin embargo, está ligada a que varias plantas producen electricidad usando hidrocarburos de alto costo (fuel oil 6, diesel, gas natural) y que existen contratos a largo plazo que tienen que ser honrados produzcan o no energía.

  La existencia de este tipo de contratos es normal entre generadores por las siguientes razones: 1) la posibilidad de almacenar energía eléctrica es limitada y muy costosa a pesar de que su demanda varía notablemente por hora, día o disponibilidad de ofertas más baratas. Sin embargo el parque instalado tiene que ser capaz de suministrar la demanda pico; 2) el enorme costo financiero de  plantas de escala apropiada  exige una garantía de recuperación del capital que no puede ser otra que la compra asegurada de la energía que produce o el pago por  servicio no demandado; 3) el período de instalación de nuevas generadoras es largo e imposibilita la entrada al mercado de potenciales competidores. Brevemente: el mecanismo normal de oferta y demanda del mercado no funciona adecuadamente en la producción de este producto y tiene que ser regulado por el Estado.

Por estas razones no es barato a veces ni técnicamente posible para muchas generadoras cambiar su fuente de energía. El Plan aspira a que la mayor parte de la energía eléctrica sea hidráulica, eólica, de gas licuado  o de carbón. De hecho la Cogentrix pasará a producir con gas licuado; una empresa española instalará dos plantas eólicas y hay buenos proyectos hidroeléctricos con financiamiento asegurado. El mayor esfuerzo, sin embargo, se hará con dos grandes  plantas de carbón una en el Sur y otra en la Línea. No todos los presentes en el recién terminado Seminario de Energía de Juan Dolio se mostraron de acuerdo con la conveniencia de La plantas de carbón.

Se arguyó en primer lugar que la argumentación a favor de ellas descansa sobre el supuesto de que el costo de transformar carbón en energía es el factor fundamental sin necesidad de considerar posibles costos  más altos de instalación, de disposición  de deshechos  (pajas de carbón) y de seguridad ambiental.

Llamó la atención en segundo lugar que aunque 24 empresas comprasen los términos de referencia para la licitación de las plantas sólo cuatro presentasen proyectos y que una de ellas se retirase de la licitación. En buena lógica económica no se comprende esta situación si las perspectivas fuesen buenas. El hecho de que las nuevas plantas producirían para una demanda mayor que la existente cuestiona la rentabilidad de proyectos tan ambiciosos que exigirían unos mildoscientos millones de dólares de financiamiento y la dificultad de las distribuidoras en cumplir sus obligaciones financieras. A esa suma hay que añadir el costo de nuevas líneas para transportarla (70 kms en el Sur, 107 de en el Norte) y el hecho de que algunas de las grandes empresas que ya han invertido hasta mil millones de dólares en el sector con pocos beneficios se muestran renuentes a levantar nuevos financiamientos.

Desde la perspectiva ambiental sorprendió saber que su estudio sería presentado antes de la terminación de las plantas y no antes del inicio de su construcción. Aparentemente la prisa por comenzar las obras llevó a un descuido por irrelevante de los problemas ambientales, el talón de Aquiles de la generación eléctrica por carbón.

Otra objeción  más sobre la operación futura que sobre la instalación de las plantas de carbón está en una cláusula que parece reservar a la CDEE el derecho exclusivo de venta de carbón. Asoma el fantasma de una resurrección de la antigua CDE y también de la pérdida de poder de empresas privadas ya instaladas

b) La renegociación del Acuerdo de Madrid.Siempre serán discutibles acuerdos de renegociación de deuda para alargar el plazo de vencimiento y disminuir el costo actual de su pago anual. Siempre será verdad que toda renegociación de contratos disminuye la credibilidad y con ella las probabilidades de futuras inversiones extranjeras. Las renegociaciones aumentan el riesgo país, factor importante  para inversiones extranjeras  de alta tecnología, elevados costos  financieros y tiempo apreciable de depreciación.

El problema principal, sin embargo, es la renuencia de la parte beneficiada para modificar contratos que juzga satisfactorios. En la prensa se afirma que las empresas se resisten a aceptar petróleo sulfuroso de Venezuela que bajaría el costo de su petróleo, elemento esencial de la fórmula que se usa para estimar el pago corriente  de la deuda.

3. El problema del fraude eléctrico

Muchos participantes en el Seminario y aparentemente también sus planificadores ignoraban que para las Distribuidoras el único problema que les impide en el actual sistema ser eficientes era el robo de la electricidad y la inutilidad de recurrir a la justicia en casos detectados.

Todos saben que el no pago de electricidad autorizado institucionalmente para muchos sectores urbanos y rurales unido al mal estado de las líneas y a la antigüedad de las plantas dificulta el cobro del servicio ofrecido. Todos saben la resistencia de los consumidores de la clase media a subvencionar  con tarifas superiores al costo promedio a quienes no la pagan. También son de conocimiento general las quejas de muchas empresas por los costos y la confiabilidad de la energía y por la consecuente falta de competitividad internacional en  estos tiempos de CAFTA-DR. Muchas empresas de tamaño mediano sienten, además, que les son negados los derechos que la Ley de Electricidad les da para salir del sistema nacional e instalar plantas propias. Todos hemos leído las quejas de las Distribuidores por la impunidad legal de quienes roban la energía o alteran los medidores. Estamos igualmente enterados de la contraqueja de consumidores: inexactitud dolosa de los relojes.

Dudo, sin embargo, que muchos supiésemos la magnitud y sofisticación de los ladrones de energía y que entre ellos figurasen tantas  empresas pequeñas, medianas y grandes. La presentación visual de algunas de las modalidades  de la guerra tecnológica entre empresas empeñadas en evadir costos energético  y Distribuidoras obligadas a frustrar  esos intentos y las quejas contra los tribunales o más exactamente contra los procesos que exige la prueba de fraude, fue la gran revelación del Seminario. Nadie entre los 300 asistentes al Seminario se atrevió a  negar veracidad a las denuncias presentadas. Nadie tampoco fingió saber de la naturalidad rayana en el descaro de grandes empresas que pagan simplemente multas sin litigar su legitimidad pero que acto seguido reanudan sus “indelicadezas”.

Sin duda la evasión de energía ha promovido dos actividades de alta tecnología electrónica: empresas especializadas en fraudes y empresas exportadoras de alambres de cobre robadas impúnemente a los transmisores de  energía, y al alumbrado público.

A pesar de los tampoco cuestionados logros de las Distribuidoras en aumentar el número de afiliados al Sistema, el cobro de las facturas y el CRI, quedó en el ambiente la convicción de que sin castigos sustanciales la producción de energía difícilmente será rentable en República Dominicana.

4. Reflexiones primitivas

La primera se refiere a la necesidad de instituciones eficaces para el funcionamiento de un sistema energético. La institución preferida en un sistema de planificación coactiva, y también entre nosotros, es la leña a quien se sorprenda haciendo trampa. En el capitalismo la institución es la ley urgida en tribunales impugnables de modo constante y previsible. No es posible negar que en República Dominicana la falta de esas instituciones frustra cualquier intento de reforma profunda y seria; sin ellas no hay Plan que prometa solución.

La segunda gira en torno a la falta de solidaridad de muchos consumidores de ingresos relativamente altos (no olvidemos que el salario mínimo legal no supera los 8,000pesos mensuales) para con otros miembros pobres de esta sociedad a quienes aparentemente no se les da otra alternativa que la de eliminarlos con guante blanco en nombre del sistema: el que no gana que no coma. Así se justifica el robo de energía por el sector residencial. En su favor puede decirse con verdad que las tarifas altas no son  para subvencionar a los pobres sino a las empresas que pagan sus altos salarios.

Las empresas practican en nombre de la competitividad empresarial robos que imposibilitan el financiamiento de la competitividad nacional. Lo mismo hacen cuando  buscan independizarse del sistema energético nacional. Pocas veces es tan evidente el conflicto entre bien personal y bien social.

El Estado o mejor sus dirigentes y funcionarios da la impresión por su  exhibicionismo consumista, por su conducta permisiva de manifiestos abusos, que todo marcha bien y que los pequeños desajustes se arreglan con mayores impuestos. Desgraciadamente ha perdido el respeto de sus ciudadanos.

Parece, en resumen, que cada uno busca su propio bien sin contar con lo que pase a los demás. Parece que eso se debe al “sistema”, cuando en realidad se debe a que no hay sistema aceptable de convivencia social sin instituciones que domen el egoísmo sin límites de los individuos.

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