Plan secreto para derrocar a Castro

Plan secreto para derrocar a Castro

EFE. REPORTAJES. El fotoperiodista estadounidense Jim Nickless, que vivió en 1964 entre los combatientes del Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR), cuenta el plan cuyo objetivo era el derrocamiento de Fidel Castro. Se trata de un episodio poco conocido, protagonizado por unos 600 hombres, muchos de ellos veteranos de la fallida invasión de Bahía Cochinos  en 1961.

“Llegué a sentirme muy cercano a ellos y ellos a mí”; de hecho, “todavía soy amigo de muchos de la organización con los que me encontré”, asegura el periodista.

La revolución cubana pudo recibir un golpe decisivo a mediados de 1960, cuando un grupo del exilio en Miami, financiado por la CIA, planeó establecer un foco de resistencia en la isla. El objetivo era resistir 72 horas. Suficiente para que la OEA les reconociera como “Gobierno en armas”.

Así lo cuenta un testigo de excepción, el fotoperiodista estadounidense Jim Nickless, quien vivió nueve meses en 1964 entre los combatientes del Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR), cuyo objetivo era el derrocamiento de Fidel Castro por las armas.

Durante ese tiempo, Nickless, que tenía entonces 29 años, recogió en imágenes para la cadena de televisión NBC los campos de entrenamiento del MRR en Costa Rica, así como la actividad del barco carguero que utilizaba el grupo para organizar ataques contra puntos de interés en la isla e infiltrar hombres en ella.

El periodista contó a Efe cómo, a principios del verano de 1964, la cadena NBC le envió a Costa Rica para ponerse en contacto con el cubano Manuel Artime, líder del MRR y uno de los jefes de la Brigada 2506, que desembarcó en la fallida invasión de Bahía Cochinos en Cuba.

“Fui a Costa Rica, me encontré con Artime y él estuvo de acuerdo en dejarme ir a los campos de entrenamiento” en ese país centroamericano para “ver lo que estaban haciendo (el MRR)” y “fotografiarlo”, resaltó.

Cuestión de confianza. Pronto, Nickless se granjeó la confianza de Artime, una persona “muy carismática” que “me tomó simpatía y me permitió documentar los esfuerzos” del MRR para minar el régimen castrista.

Tras ganarse la confianza de Artime, éste le invitó a conocer el barco nodriza “Santa María”, atracado en un puerto de República Dominicana y que operaba desde Monkey Point, en la costa nicaragüense.

El “Santa María”, explicó, era un carguero equipado con sistemas de radio de avanzada tecnología para recibir y enviar mensajes codificados a los infiltrados en Cuba.

El plan trazado por el MRR, con el apoyo logístico y financiero de la CIA, consistía, entre otras acciones, en infiltrar un centenar de hombres en las montañas de Sierra Cristal, adonde serían lanzados en paracaídas.

Artime, que peleó en 1958 junto a Fidel Castro contra la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1959), confió al joven periodista la promesa hecha por la OEA de que si lograban tomar un punto de la montaña en Cuba y permanecer en éste por un corto período de tiempo, unas 72 horas, este organismo regional “les declararía Gobierno en armas” y les “proporcionaría apoyo”.

Secreto de sumario. Todas las acciones armadas o de espionaje del MRR se realizaron en secreto, como resultado del compromiso de John F. Kennedy de impedir cualquier intento de invasión de Cuba desde Estados Unidos. Entre los objetivos de MRR figuraban destruir estaciones cubanas de radar y “desembarcar infiltrados” con equipos de radio para espiar desde el interior de la isla.

Una historia, la que protagonizó el MRR, que encierra incidentes que generaron graves problemas a la Administración estadounidense, como el hundimiento de un carguero español que, por error, los combatientes del MRR confundieron con el “Sierra Maestra”, un buque de carga cubano.

Estados Unidos negó ante Naciones Unidas que tuviera nada que ver con ese incidente, comentó Nickless, y recordó que, tras ese trágico asalto, se convirtió en “un tipo de prisionero del MRR, porque no querían que saliera y contara lo que había pasado realmente”.

Finalmente, en diciembre de 1964, le permitieron abandonar el barco, aunque regresó a éste para celebrar esa Navidad  junto a los exiliados cubanos. 

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