Plan torturar presos venía de Dick Cheney según ex funcionario

Plan torturar presos venía de Dick Cheney según ex funcionario

WASHINGTON (AFP) – Las directivas que llevaron a militares estadounidenses a torturar prisioneros en Irak y Afganistán habían partido del despacho del vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, anunció el jueves un ex alto funcionario del Departamento de Estado.    El coronel Lawrence Wilkerson, jefe del gabinete del ex secretario de Estado Colin Powell, declaró en la Radio Pública Nacional (NPR) que había encontrado rastros de una serie de memorándums y de directivas por las que se autorizaba la tortura, dirigidas al Departamento de Defensa por los colaboradores de Dick Cheney.

   Estas directivas contradecían una orden del presidente George W. Bush, de 2002, por la que se ordenaba al ejército estadounidense que respetara la convención de Ginebra, prohibiendo, por tanto, la tortura.

   «Quedó una huella visible que iba desde la vicepresidente hasta los comandantes en Irak, pasando por el secretario de Defensa, en el sentido de autorizar la tortura a fin de obtener informaciones sobre el terreno», afirmó el ex funcionario, un colaborador de larga data de Colin Powell.

   Este jueves, la mayoría republicana de la Cámara de Diputados rechazó una moción de la oposición en el sentido de llevar a cabo investigaciones «exhaustivas» sobre los «abusos» de la guerra en Irak.

   Los republicanos rechazaron la propuesta de la jefa del grupo parlamentario demócrata, Nancy Pelosi, quien apuntaba a constatar que la mayoría «no aprobó ninguna investigación significativa y sustancial sobre los abusos perpetrados en Irak, que abarcaría la manipulación de la información antes de la guerra, la divulgación del nombre de un agente secreto, el papel del vicepresidente en la reconstrucción iraquí y el escándalo de los abusos cometidos contra los prisioneros de Abu Ghraib».

   Lawrence Wilkerson reconoció que «las directivas estaban redactadas en términos prudentes» pero daban a los comandantes una libertad de acción que desembocó en «numerosos casos de abusos contra prisioneros, contrarios a la convención de Ginebra, incluyendo la prisión de Abu Ghraib», afirmó.

   «Un militar de carrera sabe bien que cosas como ésas no están permitidas pues, si no, los subalternos podrán aprovechar o sentirse tan presionados para obtener las informaciones que harán cualquier cosa para arrancarlas», añadió Wilkerson.

   Añadió que Powell, cuando era secretario de Estado, le había pedido que investigara para descubrir cómo la tortura se había convertido en instrumento de la política estadounidense, después de que se revelaran los casos de abusos en las operaciones militares estadounidenses.

   Wilkerson agregó que el nuevo jefe de gabinete de Cheney, David Addington, que había sido hasta ahora consejero jurídico de la vicepresidencia, había sido un «abogado dispuesto» a autorizar torturas.

   La semana pasada, el Washington Post reveló que Cheney había intercedido recientemente ante el Senado para lograr que la CIA fuera eximida, en operaciones antiterroristas en el exterior, de respetar una ley que prohíbe el uso de la tortura.

   Wilkerson afirmó que Cheney creó un consejo nacional de seguridad «bis» para espiar y socavar el trabajo del Consejo Nacional de Seguridad de Bush, y añadió que los miembros de ese Consejo habían dejado de utilizar correo electrónico porque los colaboradores de Cheney escudriñaban sus mensajes.

   El coronel declaró asimismo que los servicios de Cheney habían impedido que llegara a Bush un memorándum del Consejo de Seguridad en el que se recomendaba el envío de más tropas para invadir Irak.

   El ex funcionario declaró asimismo que el ex jefe de la CIA, George Tenet, «no había tenido coraje» de informar a los servicios de Cheney sobre sus dudas con respecto a la existencia de armas de destrucción masiva en Irak o sobre los esfuerzos de Saddam Hussein para obtenerlas, uno de los principales argumentos de la Casa Blanca para invadir Irak en marzo de 2003.

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