Plástica
Miguel Ángel Muñoz la poesía y la crítica

<STRONG>Plástica<BR></STRONG>Miguel Ángel Muñoz la poesía y la crítica

Las relaciones entre la poesía y las artes plásticas han sido íntimas y constantes. La poesía parece discurrir sobre las artes plásticas: sobre el poder de la imaginación y el espacio. La poesía va asumiendo una forma visual y se disuelve en el texto. ¿Pierde la poesía su poder primordial? ¿Absorbe el espacio plástico la imaginación de la poesía?

En el libro “El espacio vacío” publicado en el año 2008,  del poeta y crítico de artes, Miguel Ángel Muñoz (1972) estas disquisiciones adquieren una dimensión especulativa. Se trata de un libro crítico que no celebra la realidad, sino que la integra, utilizando recursos analógicos y lúdicos. Miguel Ángel Muñoz registra, en este texto, un amplio panorama sobre la obra de pintores hispanos, norteamericanos, europeos, entre otros autores  de trascendencia mundial.

En “El espacio vacío”, la experiencia crítica de Miguel Ángel Muñoz se articula a partir de dos categorías centrales de la estética: la epifanía y el asombro. Ambas constituyen una trama con otras dos categorías, específicamente, modernas: el genio y el gusto. En la página  110, Muñoz fundamenta la pintura en las artes mediante el genio que la produce y establece el principio del gusto y la pasión del autor como principio crítico de cualquier obra pictórica.

Los textos de Miguel Ángel Muñoz son atendibles por muchas razones, especialmente porque se trata de una mirada que condensa un entramado intelectual cuyos referentes teóricos y poéticos sobrepasan en mucho a los que pueden escribir la mayoría de los profesionales de la crítica-crítica de artes.  Añado que están escritos desde una prosa que exalta algo tan obvio y necesario en materia de literatura como es el placer de la lectura: prosa poética, mirada inspirada, pasión crítica.

Estas experiencias y saberes, la del poeta y la del crítico, se interconectan en una aventura común. Octavio Paz ha descrito esta aventura de la manera siguiente: “La pintura nos ofrece una visión, la literatura nos invita a buscarla y así traza un camino imaginario hacia ella. La pintura construye presencias, la literatura emite sentidos y después corre tras ellos”.

Si el ojo se cierra o se abre  no es sólo por haber cumplido un acto; ¿no lo hace también porque ya resulta inútil el acto mismo de ver? Así nace el silencio y el espacio vacío, en gran parte de las obras que analiza Muñoz.

Sin duda, la propia existencia de Muñoz, a pesar de su corta edad, una existencia vivida con intensidad intelectual poco común, verdadero ciudadano del mundo, y su infinita curiosidad, ayuda a larvar una visión multifacética y multicultural,  una mirada plural, que el mismo Muñoz, introduce en disímiles vericuetos de la rica y compleja historia que le ha tocado vivir.

Sus relaciones con otros creadores de valía, en particular artistas plásticos como Antonio Tápies, Mark Rothko, José Luis Cuevas, Eduardo Chillida, Albert Ráfols-Casamada, Rafael Canogar, Jordi Teixidor, Richard Serra, Chema Madoz, Roberto Matta, Ricardo Martínez, Miguel Barceló, Esteban Vicente,  por solo citar algunos de los más representativos, ha contribuido a vincular conocimientos, enfoques y punto de vista que han ido a parar con lucidez en este libro.

Intentaré ahora caracterizar el modo crítico de Miguel Ángel Muñoz, cómplice del modelo de su maestro Octavio Paz. Sin duda parte del cruce de múltiples asociaciones y enlazamientos de saberes, filtrados a través  de la prosa poética y adobado con un puñado de generalizaciones provenientes, todas, de su enorme erudición, una mirada afilada y una sensibilidad propia de la rosa de la poesía. Las teorías, las modas críticas y las corrientes o vertientes de las historias del arte no juegan un papel esencial, más bien son referentes a los que acude en casos extremos.

Importan la impresión que le produce la obra, la personalidad del artista, sus influencias y sus puntos de contacto con las grandes conclusiones que ya el poeta ha extraído de sus estudios culturales y sus investigaciones sobre la crítica literaria y el devenir del pensamiento filosófico de la humanidad. Y la duda, siempre la duda. Tales son, a mi juicio, las herramientas utilizadas por Miguel Ángel Muñoz.

Es evidente que para este autor el arte más actual parece resultar incómodo o más amable que el moderno o tradicional, ¿por qué entonces esa atracción por algunos artistas que han marcado grandes rupturas en el arte del siglo XX y principios de éste?

¿Habrá que preguntarse cuáles son las razones últimas por las que Muñoz ha decido escribir sobre estos artistas de vanguardias? La intención de los artistas analizados por Muñoz van más allá de la voluntad de dejar turulato al establishment: a quien desconcierta es al crítico simulador y a los pseudoartistas comercializadores inescrupulosos de sus obras.

¿Ha querido Muñoz soplar en la dirección canonizadora? En cierto modo su libro es una apología de los artistas que analiza y una explicación de por qué y cómo se produce el nacimiento de estos artistas, desmitificadores de los valores visuales más tradicionales y rancios. Explicar a estos artistas implica un cierto grado de asimilación e identificación con sus intenciones. Correr el círculo: mistificación, desmitificación y vuelta a empezar.

El espacio del arte de la crítica de Muñoz, en realidad, empieza por el ver, no por lo visto. Esto es, empieza por el acto. Ya en el texto que se refiere a su entrañable amigo, el artista mexicano José Luis Cuevas, dice: “El sentido del espacio en la obra de José Luis Cuevas, se conforma  en el juego de límites, en su interacción con las formas que va creando. Crear un lugar significa poner límites, delimitar introduciendo un espacio o vaciándolo”.

La unidad de la poesía  y la pintura se convierten  en un auténtico punto de partida para el establecimiento del sistema moderno de la crítica pictórica.

La obra de  Miguel Ángel Muñoz constituye un auténtico aporte artístico, que permite fijar con precisión el cuadro de conjunto de las disciplinas artísticas en la modernidad y los problemas teóricos que las artes poéticas visuales suscitan.

La aventura de seguir el pensamiento sobre arte de Miguel Ángel Muñoz, nos brinda el incomparable placer de la lectura. Se trata, en esencia, de una inmersión en las aguas oceánicas de un profundo conocedor de las más sustanciosas densidades de la historia del arte, en sus más prolijas combinaciones con el pensamiento y la literatura a lo largo de la historia de la cultura universal.

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