POR LEON DAVID
ME CUENTO EN EL NUMERO DE LOS QUE PIENSAN QUE ERES, HOY POR HOY, UNO DE LOS MEJORES ESCRITORES DOMINICANOS. SIN EMBARGO, DIERA LA IMPRESIÓN DE QUE ESA OPINIÓN MÍA NO LA COMPARTE LA MAYORIA DEL MEDIO INTELECTUAL Y LITERARIO CRIOLLO. ¿ESTÁS DE ACUERDO? ¿A QUÉ ATRIBUYES PAREJA FALTA DE RECONOCIMIENTO?
Soy consciente de que esa impresión tuya es bastante real. Yo mismo casi la comparto. No ser parte de la generación del 33, o del 88, no ser parte del club de los poetas diestros, ni formar al lado de los poetas de Las Matas de Farfán, de la corriente hermética o discípulo de la escuela de los trucutús, no ser parte de ningún grupo, siempre te expone a sufrir las arremetidas de los sindicalizados que no soportan ni la soledad propia ni la ajena pero, hace 23 años que llegué a este país y algunos menos que la indiferencia de algunas vacas sagradas no me quita el sueño. Por lo demás, ese medio del que hablamos es un medio muy partido y por no olvidar a nadie no voy a cometer el pecado de citarte poetas y dramaturgos que sí me estiman. Y acabas de decirme que tengo uno delante.
ACABA DE SALIR A LA LUZ PUBLICA UNA ANTOLOGIA DEL TEATRO DOMINICANO QUE RECOGE UNA DE TUS OBRAS, HÁGASE LA MUJER Y PARECE QUE HUBO PROTESTAS PORQUE FUISTE INCLUIDO EN SUS PAGINAS.¿A QUE SE DEBIÓ ESA INCONFORMIDAD?
Hasta donde conozco, una universidad de UTAH financió una investigación de alrededor de 5 años de un profesor y literato llamado Howard Quenkenbush, que ya había realizado años atrás numerosos trabajos sobre literatura latinoamericana. El resultado de ese trabajo es la antología a que te refieres y que, como todas las antologías, es subjetiva y limitada. Otro compilador hubiera hecho, posiblemente, otra antología, con otros autores y obras. Ni esa obra mía ni ninguna otra había formado parte antes de otras antologías sobre teatro hechas aquí. Por no estar yo ni siquiera aparezco en un Diccionario sobre autores y artistas dominicanos publicado no hace mucho en el país. Y ello sí me parece grave porque en un diccionario nadie puede quedarse fuera. Sería inconcebible un diccionario de la lengua en la que el autor suprimiera, por ejemplo, la palabra mezquindad, por más que no le guste o tenga algo en su contra. Un diccionario, como bien apuntara M. Mena en las páginas de este mismo periódico no puede prescindir de aquello que lo define como diccionario.
Volviendo a la polémica antología, a cualquier autor que se sienta agraviado con su ausencia le recomendaría, simplemente, el discreto silencio de la comprensión, del que yo podría darle, posiblemente, cátedras. En última instancia, ese silencio siempre será más digno que reivindicar el goce propio sobre la base de exigir el infortunio ajeno. Hay una apreciable diferencia entre la demanda de un espacio al que uno se cree con derecho y la exigencia de que ese espacio se logre por la exclusión de otro.
Además, quien me niegue el derecho, que lo haga porque la obra de mi autoría seleccionada, la única que tengo publicada y que por lo tanto el gringo de apellido sospechoso pudo conocer, es un adefesio, con todo y haber sido reconocida en Casa de Teatro, que tampoco tiene por qué ser garantía de nada. Entendería que la descalificaran por insustancial, por pueril, por lo que sea, pero no porque su autor no es dominicano, siéndolo.
DESDE EL PUNTO DE VISTA LITERARIO, ¿CUÁL ES LA IMPORTANCIA DE LA SATIRA Y EL DESPLANTE BURLESCO EN LOS TIEMPOS QUE CORREN, EN NUESTRO PAÍS?
Francamente, no sé hasta qué punto la sátira pueda ser una buena herramienta de trabajo para fuñir la paciencia a quienes nos joden la existencia, pero te aseguro que para uno es mucho más divertido y relajante.
Me gustaría tener a mano una de esas citas maravillosas sobre la didáctica del humor pero siempre he creído que si puedes decir lo mismo riéndote, mejor que sobrio o cariacontecido.
Y LA POESÍA QUE CULTIVAS CON LIMPIEZA FORMAL Y HONDO LIRISMO, ¿QUÉ REPRESENTA PARA TI?
Fue mi primera lengua y elección. El más común e íntimo de todos los idiomas. Tal vez algún día ya no escriba teatro, ni cuentos, ni columnas de opinión en los periódicos, pero mientras me sobreviva algún sentido y no se me desalme el niño que aún llevo de la mano, voy a escribir poesía.
¿QUÉ JUICIO TE MERECE EL MEDIO INTELECTUAL Y LITERARIO CRIOLLO EN LOS TIEMPOS QUE CORREN?
Pasa lo mismo que con las antologías, que ni están todos los que son ni son todos los que están. Y entre los que quedan, algunos, ni siquiera están como solían. Muchos se han ido decolorando con los años y, más que al propio juicio, responden a la mano que les paga y encumbra. El término literato o intelectual se adjudica aquí con la misma ligereza y alegría con que titulamos doctores, licenciados profesores o ingenieros. Conozco una intelectual y literata, frecuente protagonista de congresos poéticos, páginas de opinión y demás artes, que no sólo no sabe escribir, no sabe comunicar absolutamente nada, sino que ha convencido a buena parte de ese medio intelectual y literario, de que su exquisita erudición, su fina prosa, no tiene parangón.
Comprenderás que en ese medio, yo ni tengo ni busco espacio.
Para mí, el medio, en todo caso, es un selecto grupo de amigos y amigas con quienes compartir el oficio de crear y con quienes también comparto la exclusión, como Oleka Fernández, actriz y directora de teatro, graduada en la Sorbona parisina, rectora de su propia compañía de teatro, actriz laureada e ignorada hasta en la guía de artistas dominicanos publicada por Adrián Javier, supongo que inadvertidamente, aunque duela lo mismo.
¿CREES QUE LA LITERATURA QUE ACTUALMENTE SE HACE EN DOMINICANA POSEE SUFICIENTE CALIDAD COMO PARA COMPETIR CON LA DEL EXTRANJERO?
Si me hubieras preguntado por la literatura que hacen las y los dominicanos, tal vez la respuesta fuera otra. Lo digo porque César Sánchez me llamaba la atención en estos días sobre el enorme peso que ha adquirido el quehacer literario de la diáspora dominicana, de la literatura dominicana que no se produce en la isla pero sí por dominicanos.
César, que vive en Boston, con dos premios nacionales literarios en estos días, es un buen ejemplo, como lo es también nuestro amigo común Angel Garrido, en Washington, o Julia Alvarez, o la propia María Isabel Bosch en Buenos Aires y otros muchos creadores dominicanos que residen fuera del país.
Y claro que hay calidad de sobra, fuera y dentro. El problema es que, dentro, hay pocas salidas y cuando se abre un espacio, casi siempre lo ocupan los literatos menos aptos, los más incapaces que, sin embargo, también resultan ser los más hábiles para procurarse representaciones y construirse fachadas impecables. Y eso ocurre en desmedro del trabajo ignorado o silenciado de creadores y obras de calidad.
Con independencia de excelentes trabajos en el campo del relato y la poesía, César Sánchez, desde Boston, con su obra poética, Reynaldo Disla, desde Santo Domingo, con sus relatos cortos, y Angel Garrido con su novela Génesis si acaso, son tres de las mejores noticias literarias que hemos tenido en el último año.
Y tendríamos algunas más si prestáramos la atención debida a lo que hacen dominicanos y dominicanas en el exterior, poco dados, para su desgracia, en sobredimensionar sus pasos, y ver también lo que producen quienes viven en el país y todavía confían en que sólo sus obras hablen por ellos.