El presidente del PLD, el expresidente Danilo Medina tiene sobre sus hombros la pesada carga de reorganizar el partido y devolverle la moral caída por acusaciones en curso
En el 48 aniversario de su fundación, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) está contra la espada y la pared, frente al pelotón de fusilamiento social, por las implicaciones de algunos de sus miembros en supuestos casos de corrupción que se habrían cometido en el gobierno del expresidente Danilo Medina Sánchez.
Recuperar la confianza de la población, reposicionar entre sus miembros los principios éticos del presidente “ad vitam” de la organización, el profesor Juan Bosch, son dos importantes desafíos que tiene esa organización política en su devenir.
El expresidente Medina, quien además es presidente del partido, exclamó en un encuentro reciente con sus seguidores que las circunstancias actuales no enterrarán al PLD, sino que por el contrario, en el 2024, recuperarán el poder perdido abrumadoramente en las elecciones generales del 2020.
A la cola que pisa al PLD le espera un largo tramo en la justicia, porque los casos están en etapa inicial, y los presuntos responsables tendrán que demostrar que nada tienen que ver con las acusaciones que les imputa el Ministerio Público a través de los expedientes Operación Antipulpo, Operación Coral y Operación Medusa.
Entre los supuestos implicados están funcionarios importantes del pasado gobierno y familiares directos del expresidente Medina.
Tales como sus hermanos Alexis y Magalys Medina Sánchez, el exprocurdador Jean Alain Rodríguez, el exdirector de la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado Francisco Pagán, el mayor general Adán Cáceres, exjefe de seguridad de Medina, entre otros civiles y militares acusados de diversos ilícitos penales en detrimento de los fondos del Estado.
Gloria y derrota
Después de 16 años ininterrumpidos en el poder, en un período en el que su militancia creció exponencialmente y la estructura partidaria concentró un enorme poder en los tres estamentos del Estado, el PLD ahora tiene que manejarse en un escenario carente de ostentaciones.
En el modelo presidencialista vigente en la República Dominicana, el PLD supo mover las fichas del éxito político, a tal punto que construyó una imagen de partido invencible.
Pero esa imagen quedó esfumada en 2020, cuando el Partido Revolucionario Moderno (PRM) le puso fin a su dinastía.
Pero al PLD tampoco se le puede ver como un cadáver político, porque al margen de los cuestionamientos éticos que se les hacen, tiene logros en el contexto del crecimiento económico, aunque con escasa equidad, la modernización de la burocracia estatal y la construcción de mega obras que tienen el sello particular de Medina y del expresidente Leonel Fernández, quien abandonó la organización.