PLD: del declive ¿al desplome?

PLD: del declive ¿al desplome?

Contrariamente a conclusiones simplistas o interesados guiados por la “barrida” senatorial del Gobierno en las pasadas elecciones, relativas al dominio del PLD del escenario político nacional, las votaciones evidencian un declive precursor de desplome en próxima contienda teniendo en cuenta la crisis económica que nos amenaza.

El PLD y el Gobierno obtuvieron en las recientes elecciones, junto a sus aliados incondicionales, excluyendo al PRSC, 664,711 votos menos que en las elecciones precedentes, para una disminución del 43%: De 2,199,734 votos alcanzados en 2008 descendió a 1,379,002 obtenidos recientemente en la boleta congresional; siendo peor, en unos 71,000 votos, en la boleta municipal.

Si comparamos las presentes votaciones congresionales con las del 2006, el PLD también disminuyó sus votos en unos 21,000 sufragantes, a pesar de incrementarse la población, evidenciando declive en nuevos votantes, donde radicaba fortaleza.

Mientras, el PRD incrementó su votación con relación al 2006 y el PRSC con relación al 2008.

Incluso la votación obtenida por el PLD fue inferior a la sumatoria del número de beneficiarios de sus programas sociales y empleados públicos, que sobrepasan los dos millones, infiriéndose que ni siquiera todos los beneficiados de la ostentación y recursos del poder votaron a su favor.

Obviamente que la estrategia PLDista de controlar el Senado, y de ahí otros poderes del Estado, proporcionó resultados en términos de legalidad pero le acarreó pérdidas de legitimidad.

 Su votación obtenida con relación a la población apta para votar (6,116,397), fue 22 por ciento.

Aún sumándole sus aliados incondicionales, apenas llega a un 25%.

Eso significa que las políticas oficiales no cuentan con el endoso de tres cuartas partes de la población, teniendo en cuenta que los electores progubernamentales concurrieron masivamente a ejercer el sufragio; a diferencia de los contrarios, que al no percibir oposición firme en otras opciones calificados popularmente como “más de lo mismo” o “todos son iguales”, se abstuvieron.

Y como dentro la presente coyuntura no luce factible que el Gobierno pueda sostener o ampliar la praxis proselitista que ha sostenido su caudal electoral, subsidios y burocracia, el tránsito del declive al desplome no es descartable en la medida que siga aferrado: (1) En lo nacional, al creciente déficit fiscal y endeudamientos agotadores de la capacidad  de honrar compromisos con acreedores y con los gobernados, y (2) En lo internacional, por la agudización de la crisis de las economías occidentales y el desconcierto, falta de autoridad e inconstancia de gobiernos e instancias internacionales, que pueden acarrear la disminución del flujo externo de recursos ante las exigencias financieras de las naciones desarrolladas.

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