El concepto ortodoxia hace referencia a la correcta doctrina, al apropiado compendio de principios, normas, procedimientos y todo tipo de reglamentación que una persona u organización decida darse, con el propósito de contar con los elementos normativos que establezcan su manera de proceder y a las vez las sanciones que como consecuencia de faltas, sean necesarias implementar.
Por otro lado, el término ortopraxis se refiere a la correcta forma de accionar. Consiste en la puesta en práctica de los buenos planteamientos contenidos en las declaraciones constitutivas personales y/o institucionales. La ortopraxis pone en evidencia cuan grande y serio es el compromiso con la ortodoxia, pues si no se modela lo plasmado en papeles, estaríamos frente a un esquema decepcionante por exhibir una azarosa desvinculación entre lo que se ha escrito y enseñado y lo que realmente hace. El Partido de la Liberación Dominicana PLD ha ido mostrando en los últimos tres lustros una lastimosa desvinculación entre su ortodoxia y su ortopraxis. Desvinculación ésta que inicia en su alta dirección política y por efecto similar al ocurrido con las neuronas espejos, se reproduce ese triste accionar en importantes sectores de sus miembros.
Cuando analizamos la orientación política del PLD, a decir centro izquierda, así como si profundizamos en la ideología política sobre la cual fue fundada esa organización, esto es el Boschismo, nos damos cuenta del profundo pecado de desconexión con muchas de las prácticas mostradas por algunos de sus miembros.
Es por ello que al escuchar a ciertos dirigentes peledeístas, por demás desconectados de la praxis política contemporánea, proponiendo una reingeniería para esa organización y aunque no me sorprendo, sí me irrito, pues no es ese el proceso que necesita el PLD de hoy.
El partido fundado por Juan Bosch más que reingeniería, necesita una metanoia que inicie desde su más alta dirección e impacte al más humilde de sus militantes.