A pleno pulmón

A pleno pulmón

Cada vez que las grandes potencias “hacen presión” sobre Haití desencadenan una oleada migratoria sobre la República Dominicana. Así ocurrió con el bloqueo contra el gobierno militar de Raoul Cedrás. Es más fácil cruzar la frontera dominicana que viajar en un velero hasta las costas de La Florida. A pesar de ello, el gobierno haitiano estimula la construcción de embarcaciones. El primer ministro haitiano, en la época de Cedrás, mantenía los “astilleros” y avituallaba las tripulaciones. Cientos de veleros zarparon hacia los Estados Unidos en calidad de “fuerzas persuasorias” para el levantamiento del bloqueo. Pero el principal receptor de emigrantes fue la República Dominicana. Y nuestro gobierno el principal acusado de violar el bloqueo.

La Unión Europea decidió suspender la ayuda a Haití en vista de que las últimas elecciones fueron fraudulentas. A veces el tribunal electoral se constituía mañosamente con seguidores del gobierno; otras veces los jueces recibían amenazas o debían huir para no ser asesinados. Pero la Unión Europea “quería” democracia a todo trance. La democracia es un sistema político difícil de mantener en naciones con mayor educación y menos pobreza que Haití. Establecer la democracia en Haití es una empresa complicada, de lenta realización, erizada de escollos. No hay en la historia haitiana antecedentes que permitan albergar grandes esperanzas. Pero ha de comenzar alguna vez.

Las presiones contra Haití funcionan como un tubo de pasta de dientes: se aprieta allá y se derrama aquí. Casi todos los gobernantes haitianos se proclaman presidentes vitalicios. Las actitudes democráticas son contrarias a su “vividura” histórica. El sociólogo norteamericano James Leyburn nos muestra en su libro, “The Haitian People”, la violencia permanente que sacude a esa sociedad.

La política de los organismos internacionales con respecto a la migración haitiana puede resumirse así: que entren muchos y salgan pocos; que haya facilidad para la documentación y dificultades para la repatriación. En pocos años los dominicanos seremos “una débil minoría” en la isla. ¡Los dominicanos a la yola, los haitianos a la tierra! ¡Se levanta el telón! (Este escrito fue publicado en mayo del 2002. En el momento presente no encuentro nada que agregar; y lo que es peor, nada que quitar). (“Pecho y espalda”, Santo Domingo, 2003).

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