Plural, profunda y convincente, la obra de Iris Pérez

Plural, profunda y convincente, la obra de Iris Pérez

Afirmamos que la producción de las mujeres artistas dominicanas constituye, más que una manifestación de feminismo, una opción deliberada de situarse como parte fundamental en las artes visuales y de abordar todos los temas.

Sin embargo, no deja de tratar la condición de la mujer en la intimidad y la maternidad, en la sociedad y la humanidad. No puede dejar de hacerlo, porque ella confronta y enfrenta situaciones, si no difíciles, diferentes, y las comunica. Desde sus primeras exposiciones, Iris Pérez se ha unido, en sus obras, a la soledad, los sufrimientos, el coraje de sus “semejantas”. No obstante, la artista ha evolucionado, y hoy, en la imponente muestra individual que ella presenta en los espacios/galería de El Catador, a beneficio de la Fundación Futuro Posible, enriquece su expresión gráfica y plástica con nuevas reflexiones y una factura muy diversa y más trabajada.

Ahora bien, antes de un comentario sobre su creación actual, queremos referirnos a la persona de Iris Pérez, ejemplar en su dedicación profesional, infatigable, estudiosa y emprendedora, pero al mismo tiempo siempre dispuesta a colaborar y contribuir de manera altruista. Todo esto lo hace con naturalidad y una gran alegría comunicativa: así, en la zona colonial, su Laboratorio Evolutivo de Arte Contemporáneo, espacio acogedor y abierto a los demás artistas, amerita sinceros elogios.

La exposición. Parte de esa dinámica, es una obra polifacética, entre dibujo, pintura, cerámica, escultura/objeto e instalación, que gusta de convertir materiales rústicos y papel en una realización muy personal e impecable. Cada exposición propone sorpresas, y hoy, en un local que favorece la revelación paulatina en distintos ambientes, se demuestra su increíble entusiasmo creativo.

“En mi isla estoy”, dice el título, e Iris Pérez  nos integra de nuevo a la problemática de la ciudad, en ese “hábitat humano” que cobija a las criaturas más que las encierra: un mayor sentimiento de libertad y pertenencia al mundo se simboliza por el círculo.

 Esa mandala, alegoría de unión, perennidad y armonía universal, destaca la composición, la organización, la construcción casi geométrica de la imagen, básicas en su personalidad artística.

Otro elemento impresionante, lo constituye la fuerza del color: la dibujante compulsiva ahora añade a su virtuosidad gráfica y la agilidad de su escritura, una energía propiamente pictórica  de pinceladas, toques y sustancia, que suman la luz y la sombra, el día y la nocturnidad. Diríamos que oficio y pasión conjugados se han desatado en una obra poderosa, insistente, acabada, donde, sin embargo, Iris Pérez ha sabido conservar la inocencia, el frescor, la autenticidad que caracteriza a sus personajes, un poco o mucho de autorretratos sicológicos…

El crítico de arte y curador de la muestra Abil Peralta subraya al respecto: “En el andamiaje técnico y estilístico de la obra de Iris Pérez prevalecen estructuras de un dibujo enriquecido conceptualmente  por la graficación de la mancha, la transparencia  y el accidente matérico acuoso del color, atmosferizado por una paisajística dominada por la arquitectura urbana no habitada(…)”. Cabe señalar, por cierto, la inspiración particular que  denota el ensayo de Abil.

Arte urbano Iris Pérez no representa paisajes, ella pone  los cuerpos dentro de un entorno generalmente citadino, entrecortando a veces las casas con árboles. Se trata de un marco vital, que proyecta, define, explica el estado personal y social de los protagonistas, no de una representación. Lo importante es el ser humano.

Nos hemos referido a la nueva e impactante pintura de Iris Pérez. Ahora, queremos decir algo más sobre su “arte urbano”, y no precisamente por la ubicación de los personajes en la ciudad. Tal vez, aparte de nuestros pocos “taggers” profesionales, la artista se acerca como casi nadie aquí, a la expresión del arte de la calle, aparte de que, metafóricamente, ella alinea frecuentemente a las figuras, en fila, como si fuera un muro humano, una manifestación de resistencia.

No obstante, la connotación llega más allá de un ambiente barrial y de la estructura de gente en pie… de observación o de lucha silente. En la otra vertiente de su obra, Iris Pérez se aproxima al graffiti -que nunca debe confundirse con un garabato o un desecho mural-. En sus dibujos difíciles para una lectura apreciativa, la gráfica “escribe” los cuerpos, la línea no teme quebrarse o repetir un contorno, el trazo se suelta tanto que llega a una inscripción, a una interpretación libérrima de la figura, la forma casi se disuelve en apunte …  Sucede lo que a veces califican como dibujo “infantil”, cuando de hecho un niño normal no practica esa falsa vacilación y que, en nuestra artista, percibimos el dominio anatómico debajo de un boceto, aparentemente maltrecho y apresurado. ¡Como los graffiteros huyendo de la “uniformada”, Iris da la impresión de apurarse para marcar sobre… el papel, su sello, su firma y afirmación! Esta parte de la exposición, inmersa entre trabajos esmeradamente ejecutados,  requiere una singular atención.

No cabe duda de que “Frente a la luz en mi isla estoy” quedará como un testimonio de versatilidad, talento e inteligencia, en la carrera de Iris Pérez.

Otras técnicas

Iris Pérez, ávida de expresiones y técnicas, también exhibe cerámicas –debidas a la enseñanza de Thimo Pimentel– y objetos muy interesantes, realizados en materiales pobres, que combinan el “ready made”, la neo-escritura y la artesanía, en una expresión rica de poesía y ternura.

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