En la República Dominicana, la malaria tradicionalmente ha estado relacionada con los ciclos de desplazamientos nacionales e internacionales de fuerza de trabajo migratoria y temporal, sobre todo en la producción de la caña de azúcar.
Estos patrones se han modificado considerablemente con las variaciones del perfil económico del país.
En la zona de cultivo de la caña aún prevalecen los patrones cíclicos tradicionales, pero cada vez más, la mano de obra migrante se concentra en otros rubros agrícolas (plátanos, tomate, cítricos, habichuelas, arroz, etc.) favoreciendo la transmisión en otras localidades.
Del mismo modo, el incremento en las actividades de la industria de la construcción, sobre todo las inversiones en el sector turístico localizadas en zonas rurales y semi-rurales, donde existen condiciones ecológicas muy favorables para la reproducción del mosquito vector, favorece la migración de obreros desde áreas de elevada endemicidad del país y la isla posibilitando la ocurrencia de casos y brotes en esas localidades.
De acuerdo a la información disponible para el año 2010, la población nacional ha sido estratificada por el Centro Nacional de Control de Enfermedades Tropicales (CENCET) en cuatro niveles de riesgo.
Áreas de alto riesgo de transmisión: localizadas en los municipios que han registrado una incidencia parasitaria anual (IPA) de más de 10 casos por mil habitantes en el último año. Para el año 2010, solo incluye el municipio de Dajabón.
En la República Dominicana, la malaria tradicionalmente ha estado relacionada con los ciclos de desplazamientos nacionales e internacionales de fuerza de trabajo migratoria y temporal, sobre todo en la producción de la caña de azúcar.