Población haitiana y dominicana en la interacción cotidiana

Población haitiana y dominicana en la interacción cotidiana

La relación entre Haití y República Dominicana desde la macro-política y su manejo mediático tiene matices distintos a la mirada a la población desde el micro-espacio y la convivencia cotidiana.

En los mismos barrios y campos donde viven dominicanos y dominicanas pobres que sufren desigualdad y falta de oportunidades convive la población dominicana de ascendencia haitiana y haitiana migrante también en condiciones de pobreza y desigualdad.

Esta convivencia cotidiana no refleja la tensión y conflicto que presentan las relaciones macro políticas entre Haití y República Dominicana. Se combinan situaciones discriminatorias con intercambio de favores y solidaridad a través de redes informales.

El flujo de unas relaciones de solidaridad y apoyo, relaciones afectivas, matrimonios y relaciones económicas existen con raíces históricas profundas, aun en la Dictadura de Trujillo cuando la población haitiana fue perseguida y acribillada, muchos dominicanos y dominicanas escondieron en sus casas a familias haitianas y le ofrecieron apoyo. En colmadones y parques de barrios y pueblos encontramos a haitianos/as y dominicanos/as que se juntan a beber cerveza, ron o clerén. Las haitianas cuidan a niños/as mientras sus madres trabajan o salen de sus hogares. Estas redes de apoyo y solidaridad se extienden con igual intensidad que las relaciones entre dominicanos/as, se prestan dinero, objetos y los colmados le “fian”.

Esta modalidad en las relaciones dominico-haitianas no se difunde públicamente. Solo las situaciones de conflicto y violencia que son menos frecuentes que las de apoyo y solidaridad. Reforzándose así el círculo de violencia entre haitianos/as y dominicanos/as que se alimenta del miedo y la agresividad entre ambos. Se propaga la falsa idea que esta violencia tiene su origen en un supuesto resentimiento histórico contra los/as haitianos por la ocupación de 1822.

Hay que romper con toda la campaña mediática que promueve el antihaitianismo en República Dominicana y el Antidominicanismo en Haití. Somos dos pueblos que tenemos en común una historia y raíces culturales muy fuertes. Costumbres presentes en nuestra cultura e identidad que bañan manifestaciones musicales, gastronómicas, mágico-religiosas y de expresión afectiva están presentes en ambos países y en nuestra vida cotidiana.

El diálogo entre Haití y República Dominicana tiene que sostenerse en la resolución de las violaciones de derechos en la que sectores de poder de ambos países tienen una cuota de responsabilidad significativa. También debe mirarse el aporte económico y social de la población migrante y su estrecho vínculo con nuestra vida social.

Lo que nos une debe ser fortalecido y así favorecer la cohesión social insular, dejando de lado las tensiones promovidas por sectores interesados en fomentar el odio, la desigualdad y la discriminación.

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