Población y salud

Población y salud

El país ha crecido, particularmente en términos cuantitativos. Cada vez son mayores el número de habitantes y la densidad, en términos de personas por kilómetro.

Dicho de otro modo, cada vez son menos los espacios libres de una presencia humana que se manifiesta dañina en la medida en que no se la educa y enseña a conservar su propio hábitat.

Cada vez es más difícil manejar los residuos que genera la actividad humana. La basura, pura y simple, es el contaminante más manejable a pesar de su volumen, y lo es entre otras cosas porque su presencia es superficial, visible y de efectos tangibles para los humanos.

En cambio, otros contaminantes altamente dañinos, que no percibimos con tanta facilidad como pasa con los sólidos, deterioran la calidad de vida y reclaman, además de grandes inversiones en infraestructura especial, campañas permanentes de educación sobre manejo de desechos.

–II–

El director del Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados (INAPA), Víctor Díaz Rúa, se ha referido a este problema que alarma a tan pocos y afecta a tantos. Los desechos líquidos, particularmente industriales, perjudican cada vez más la calidad de las aguas disponibles para el consumo humano.

En nuestros pueblos y ciudades las personas excavan pozos sépticos y cisternas sin acogerse a regulaciones y patrones necesarios para preservar la calidad de las aguas subterráneas. Industrias, fincas y granjas vierten a los ríos grandes cantidades de residuos contaminantes diluidos en aguas que no son previamente sometidas a tratamiento.

Los desechos humanos que producen los hogares van a parar a las corrientes del subsuelo o a los cauces de los ríos, que son las fuentes de las cuales se surten los acueductos.

–III–

Probablemente ninguna infraestructura podría ayudar más a atenuar el problema que una persistente y bien diseñada campaña de orientación para el manejo de desperdicios en los hogares, granjas, fábricas y dondequiera que se produzcan.

Hay que invertir en plantas de tratamiento de aguas residuales, pero hay que insistir a más no poder en crear conciencia sobre la necesidad de cuidar la calidad de las aguas subterráneas y fluviales.

Las autoridades con competencia en la supervisión de construcciones se ocupan muy poco de aquellas partes de la infraestructura destinada a reservar agua o a verter residuos orgánicos humanos.

El director de INAPA ha planteado un asunto que ciertamente merece ser atendido continuamente, porque de la calidad de las aguas de que disponemos para consumo depende en grandísima medida la calidad de vida, la salud de la población. Que se invierta cuanto sea necesario en infraestructura, en supervisión del destino que se da a los residuos y sobre todo en orientación para una más adecuada disposición de los mismos.

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