Los Ancones, San Francisco de Macorís. Con profundas grietas que se extienden desde las paredes hasta los pisos, evidentes señales de hundimiento y madera podrida como soporte de los techos de zinc, no hace falta ser experto para establecer que la escuela básica Doctor Armando García, de esta comunidad, es gran peligro para sus 144 alumnos.
Así lo advierten los profesores, que temen entrar al plantel, y que tienen vedados algunos espacios, por su avanzado deterioro.
El temor es que la escuela se pueda ir al suelo en cualquier momento, especialmente con los constantes temblores que hay en el país, expresó el director, Ercilio Balbi, quien relata que existe un miedo generalizado de entrar a la oficina de la dirección, donde el piso se observa inclinado y donde están las grietas más profundas.
Pero lo mismo ocurre en las aulas donde, como contó el profesor José Rosario, se han caido pedazos de madera podrida de la estructura que soporta el techo de zinc, lo que mantiene asustados a los niños.
Sin mantenimiento. Según atestiguan unos antiguos bancos escolares que todavía conserva la escuela, se trata de un recinto fundado en los inicios del régimen de los 12 años de Joaquín Balaguer. Desde su construcción, la escuela no recibe mantenimiento considerable, por lo que su estructura está comenzando a ceder.
El recinto consta de seis aulas, dirección y oficinas, y en todos los rincones se observan las grietas, que se arrastran por los pisos y las paredes.
Además, es evidente que los suelos están comenzando a hundirse, porque cada vez es mas ancha su separación de la pared.
Lo que se necesita es que los edificios sean reforzados, insistió el director, quien dijo que todas sus cartas de alarma y solicitudes a las autoridades de Educación, se han quedado en promesas sin cumplir.
Lo más que se ha logrado, cuenta, es la visita de ingenieros del ministerio que dicen que regresarán a hacer las mediciones para remodelar el edificio.
Hasta un anexo dijeron que iban a hacer, apuntó el director, recordando las promesas sin cumplir.
A pesar de la situación de precariedad y temor que vive la comunidad educativa, el director indicó que siente la obligación de iniciar el nuevo año escolar, para lo cual ya abrió el proceso de inscripciones.
Los niños que están inscritos en esta escuela caminan hasta seis kilómetros todos los días para llegar al plantel desde alejadas comunidades rurales.
Se trata mayormente de hijos de agricultores, que viven en condiciones de extrema pobreza y que salen de sus casas antes de las 6:00 de la mañana, para llegar a tiempo a clases antes de las 8:00 A.M.