¡Pobre Israel!     

¡Pobre Israel!     

FRANCISCO ALVAREZ CASTELLANOS
Estoy sinceramente pasmado ante el “israelicidio” escrito y hablado que se ha desatado en las últimas semanas, con motivo de la lucha que lleva a cabo Israel contra un grupo terrorista, el Jisbalá, el que secuestró a tres soldados israelíes, dando comienzo a una guerra que no entiendo.

En una guerra caen culpables e inocentes, civiles que carecen de la seguridad que tienen que darle sus respectivos países. En este caso, el Líbano no ha hecho absolutamente nada para echar de la parte sur de su territorio a los terroristas de Jisbalá. Por lo tanto, es cómplice pasivo de lo que está pasando en el Oriente Medio.

Para hablar de esto, hay que conocer profundamente la historia de Israel, desde que Moisés sacó a los judíos de Egipto, de su deambular durante 40 años por el desierto hasta el momento en que Dios entregara a Moisés las Tablas de la Ley, los Diez Mandamientos, en el monte Sinaí. Después de un largo tiempo los judíos integran un estado y eligen como su primer rey a Saúl. Luego David conquista Jerusalem, en ese tiempo una mísera aldea, y la convierte en la capital de su reino. Lo sucede su hijo Salomón, quien construyó el primer templo. Las legiones romanas conquistan Judea, destruyen el templo y sube al trono Herodes, quien construye el segundo templo.

Pasó el tiempo. Los judíos recobran su territorio hasta que Tito Vespasiano lo reconquista, destruye el templo y con él a Jerusalén, iniciándose la diáspora que llevó a los judíos por todo el mundo, y convirtiéndose, donde quiera que estuvieran, en un poder económico formidable que, incluso, llegó a prestarle ingentes sumas de dinero a monarquías de aquel tiempo, como Francia por ejemplo. Pero todo pasó después de la heroica resistencia que 300 judíos hicieran a Tito Vespasiano en Masada, un palacio construído por Herodes en lo alto de una montaña. Los judíos, con sus familias resistieron a las legiones romanas que no tenían forma para escalar Masada, hasta que se les ocurrió construir unas plataformas rodantes y altas, con las cuales pudieron poner pie en Masada. Ante la inminente derrota, los judíos optaron por un suicidio en masa. Pero donde quiera que estuvieran los judíos, cuando brindaban en las fiestas de Año Nuevo, decían siempre : “El año que viene, en Jerusalén”.

El tiempo pasó, los judíos enfrentaron grandes calamidades.

Los árabes incluso obtuvieron el apoyo del Mandato Británico que gobernaba la región, quien dio facilidades para la creación de un estado independiente. Eso fue en el…¡ 1939 !

No pienso cansar a mis lectores contándoles que los árabes no pudieron, aún con el apoyo británico, fundar su estado. Fue en el 1947 cuando las Naciones Unidas decidieron la fundación de dos estados libres e independientes: Israel y Palestina. Dicho sea de paso, Palestina nunca ha sido un estado, ni antes…¡ ni ahora !

Dos ciudadanos del nuevo estado israelí encabezaron la búsqueda de recursos: David Ben Gurión y Golda Meir. Y un año después surgía el estado de Israel, con capital en Tel Aviv, ya que Jerusalén quedó bajo el imperio del Mandato Británico. O sea, que mientras Israel tiene ya 58 años como estado libre y soberano, Palestina aún mantiene el mismo estado de hace siglos.

Abreviando. Los árabes no podían consentir la existencia de Israel y en el mismo año de 1946 cinco naciones declararon la guerra a un estado que apenas llegaba en esos días a los dos millones y medio de habitantes. Fue la Guerra de la Independencia. Los israelíes, dotados de una fuerza irresistible, casi divina, derrotaron a cinco ejércitos árabes. En el 1956 se produce otra agresión árabe, siendo derrotados nuevamente, ante el asombro de todo el mundo.

Israel se fortificaba cada día más, a pesar de que su territorio es solamente un poco más grande que el Cibao. No obstante, los árabes, tercamente, reanudaron las hostilidades en el 1967, en la llamada Guerra de los Seis Días. Si la antigua Unión Soviética no pide a las Naciones Unidas un alto al fuego, los israelíes habrían llegado bastante lejos. Pero en esta ocasión no se contentaron con bajar las armas, sino que se apoderaron del desierto el Sinaí y de los Altos del Golán, estratégica posición desde la cual los sirios cañoneaban los “kitbuzt” del valle de Hula, que les quedaban abajo, obligando a adultos y niños israelíes a dormir en sótanos para evitar morir.

Y al mismo tiempo los israelíes entendieron que ya era hora de rescatar a Jerusalén, y eso hicieron, pasando a ser la sagrada ciudad capital del estado, cosa que aún algunas naciones no reconocen, manteniendo sus embajadas en Tel Aviv.

Pero los árabes no se daban por vencidos y escudándose en la fuerza bruta desataron la Guerra del Yon Kippur”. El Yon KIppur” es el día más sagrado de los israelíes, es el “día del perdón”, y desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde todo el mundo, civiles y militares, se la pasan orando. Y Egipto creyó que era su oportunidad y cruzó el canal de Suez, sorprendiendo a los soldados israelíes sentados o hincados sobre alfombras personales…¡ orando !

Los israelíes tuvieron que retroceder, pero desde Jerusalén y otros puntos sus ejércitos avanzaron, detuvieron a sus enemigos y los obligaron a cruzar en retirada el canal de Suez.

Finalmente se produjo una quinta guerra en el 1982, ganada también por los israelíes.

Cuando se produjo la guerra llamada “La Tormenta del Desierto”, Estados Unidos pidió a Israel que no respondiera a ninguna agresión de Irak. El Irak del mismo Saddan Hussein de hoy, se había apropiado de Kuwait, y los norteamericanos salieron en defensa de ese país. Sin embargo, Hussein bombardeó con misiles de largo alcance a Israel, sin que ésta respondiera a la agresión.

Y dando un salto en el tiempo, nos encontramos ahora con una situación en la que un grupo terrorista (Jisbalá), apoyado indirectamente por el gobierno de El Líbano (por no impedir que en su territorio dicho grupo hiciera lo que le dé la gana), vemos con auténtico miedo que podríamos estar al borde de una tercera guerra mundial.

Jisbalá es abastecido de armas principalmente por Irán, cuyo presidente ha dicho que Israel debe desaparecer de la faz de la tierra. Y eso no lo va a permitir nadie, por lo que yo creo, teniendo frente a mí un gran mapa de la zona, que Israel pudiera en cualquier momento “entrarle” a Irán. Y, ¿qué pasaría entonces? ¿Una sexta guerra en el Oriente Medio o una guerra a nivel mundial?

Pensándolo bien, creo que mi temor es infundado..en parte. Pero también creo que Irán debe ser llamado a capítulo, quitándole las ínfulas de “potencia nuclear” que tiene.

Y, finalmente, Israel sigue siendo “el malo de la novela”. Lo leo y lo oigo diariamente. Y los que escriben y hablan condenando a Israel, llamándolo “GENOCIDA” y otras cosas parecidas, ignoran (porque no puede ser de otro modo) que si Israel ha enfrentado con éxito guerras de exterminio, la diáspora de Tito Vespasiano y las cinco guerras libradas durante el siglo pasado, es simplemente porque se trata… del ¡pueblo de Dios! Por su nacimiento y por su muerte. Y aunque los israelíes no crean que Jesús fue el Mesías. ¡Es el pueblo de Dios!

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