Pobre país rico

Pobre país rico

SOCRATES BARINAS COISCOU
-I-
En relación a su extensión territorial de las tres cuartas partes de una isla compartida del Caribe, la República Dominicana es una de las naciones más rivas del Mundo: Si se habla de desiertos, tenemos las dunas de Baní y los áridos arenales de Los Salados que existen alrededor del lago Enriquillo; si se habla de cordilleras, nos cruzan tres cadenas de montañas, una de ellas con el pico más alto de las Antillas; si se habla de montes, tenemos las reservaciones de José Altagracia Ramírez y José Armando Bermúdez y de Los Haitises, estos últimos fuentes permanentes de aguas subterráneas y bosques en la región Este y Noreste de la isla.

Dentro de todo esto existe un pueblo sacrificado y valiente que solo necesita saber que aquellos que lo orientan en lugar de buscar ayuda en el extranjero, no tienen más que saber administrar los incalculables bienes que le ha otorgado la naturaleza.

-II-

Dice un axioma jurídico que «nadie debe alegar el delito cometido por la parte contraria, para justificar su propio delito». Debemos cambiar la costumbre de exponer los errores de cuantos nos adversan, pero cuando se haga, se debe, en cada caso, dar las soluciones que se crean necesarias. Nada es más admirable y positivo que la crítica cuando es construtiva, por eso conforta y alegra el ver que alguien, en lugar de decir que se han vendido y dilapidado los recursos naturales del país, señala la forma en la cual esos recursos deben ser utilizados para el bienestar de sus habitantes.

-III-

Cuando se habla tristemente del 80% del hierro que tienen las tierras de Sierra Prieta, en Cotuí, y se cuentan los millones de pesos que con su venta se producía, y al mismo tiempo se habla de la bauzita dominicana, material que es indispensable para la fabricación de piezas de aluminio (que se pierden en Bucán Polo y en Las Mercedes, Pedernales) cuando en Cabo Rojo hay un puerto que la espera para su embarque se deben señalar los medios que el Estado debe emplear para adquirir las maquinarias y levantar las edificaciones necesarias para establecer en esta nación la fábrica más grande de utensilios de aluminio de la cuenca del Mar Caribe.

-IV-

Cuando se habla y escribe sobre los altos precios de la sal para el consumo humano, debemos decir que tenemos en Las Salinas, Barahona, una montaña de sal de once kilómetros de extensión y presentar el plan que garantice que no está contaminada y que se ordene que nuestros Cónsules que son nuestros agentes comerciales las coloquen en los países en los cuales ejercen sus funciones.

-V-

Cuando se habla de estatuas y ornamentos de mármol y criticamos la existencia en la República Dominicana de una pequeña e improductiva fabrica de piezas de mármol, se debe decir que tenemos en Samaná una cantera de mármol cuyas variedades son más hermosas que las de Carrara (que hemos visitado) y promosionar su venta en el mundo entero.

-VI-

Cuando de ambar y larimar se habla, se debe decir que son las más hermosas y preciosas joyas del mundo y al hablar de nuestro café se debe exaltar la calidad del café de Moca, de Polo y de Cambita, y en este quehacer imitar lo que hace Jamaica con el suyo, que ha realizado la más asombrosa demostración del café «jamaiquino» en todo el mundo.

-VII-

Por todo eso, creemos que debemos elevar nuestras oraciones para que nuestros políticos, industriales y científicos, teniendo como meta el bienestar de las República Dominicana, se esfuercen en crear las condiciones especiales para que los beneficios que producen nuestras riquezas naturales sirvan para elevar el deteriorado nivel de vida del pueblo dominicano.

Así de simple.

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