¡Pobre pueblo!

¡Pobre pueblo!

JOSÉ ALFREDO PRIDA BUSTO
De todas las leyes universales que gobiernan el desenvolvimiento de la naturaleza, la vida y la interrelación de las especies y los elementos, creo que solamente hay una que se cumple inexorablemente en este país: La soga se rompe por lo más fino. Lo vemos a cada rato. Y si uno se pone a pensar, cada vez que a esa ley le toca cumplirse, el que sufre las consecuencias es uno solo. Pregúntese. ¿Perjudicado?: el pueblo. El que siempre sale perdiendo es el pueblo. Eso ya estamos hartos de oírlo, pero la situación no cambia.

El pueblo se pasa el tiempo oyendo cómo le piden tener paciencia. Y el pueblo la tiene. Viendo cómo le presentan los espectáculos de que va a vivir mejor, que las cosas se van a arreglar. Y el pueblo espera. Pero al final, el pueblo no ve resultados.

Todo esto viene a cuento debido a la huelga que lleva a cabo el Colegio Médico Dominicano. Mis estimados profesionales de la medicina hoy quiero dirigirme a ustedes.

Durante mis años de estudiante en el colegio y la universidad, tuve compañeros que decidieron seguir la senda de Hipócrates y llegar a hacer su juramento. Durante el camino, algunos vieron que no estaban dotados para ello y renunciaron, dedicándose a otras actividades. Otros lo consiguieron. En la actualidad, tengo amigos y amigas que son colegas. Departo frecuentemente con ellos. No les habla un extraño.

Como profesional de treinta años de ejercicio, que puede contar muchas cosas al respecto, entiendo perfectamente lo que es haber luchado por algo y no tener las satisfacciones que se debe de acuerdo al esfuerzo realizado.

En el caso particular de la medicina, sabemos que es una carrera especialmente larga y dura. Entiendo que los médicos tienen derecho a un mejor nivel de vida. Y son imprescindibles para nosotros. Debemos velar todos por contar siempre con sus servicios. Hasta ahí estoy de acuerdo con ustedes. Y los apoyo.

Lo que me produce inquietud es que para poder conseguir los aumentos de salario, haya que recurrir siempre a las huelgas. Este es un recurso utilizado por todos los gremios. En el caso de los médicos, mientras se desarrollan esas circunstancias, solamente son atendidas las emergencias. Los demás pacientes se ven privados del consuelo de la atención, entendiéndose que sin importar su condición.

Hay personas mayores que solamente con verle la cara al médico ya se sienten mucho mejor. Que le tienen confianza. Que lo necesitan y que muy probablemente estén de acuerdo con lo que reclama para poder contar siempre con él. A pesar de que en la mayoría de los casos, esas personas tengan un nivel de vida inferior al del médico que las atiende. Y hay niños que, aunque su situación no sea crítica y no se justifique decir que son casos de emergencia, pueden verse perjudicados por tener que esperar dos o tres días a recibir un diagnóstico. Todos fuimos niños. Muchos tenemos niños. Y todos seremos mayores. Pensemos en ellos. Ellos no tienen la culpa.

Con las huelgas, supongo que lo que se quiere es presionar al gobierno a través de su sensibilidad para con el pueblo. Pero, en el caso de los gobiernos, yo tengo una confusión con respecto a lo que es la sensibilidad y lo que son los intereses. Porque lo que he visto siempre es que a los gobiernos lo que les interesa es quedarse ahí, gobernando, y para eso deben cumplir con una serie de requisitos mínimos, entre ellos, satisfacer ciertas demandas de diferentes sectores.

¿No hay, definitivamente, alguna otra manera de luchar por lo que se entiende que es justo? ¿Y si el gobierno se niega rotundamente al aumento? ¿Se quedarán los pobres para siempre sin los médicos? En caso de no ser posible otra forma de reclamar ¿pueden ser excluidos los mayores y los niños de la no atención?

Ojalá que puedan conseguir lo que se proponen. Ojalá que lo consiga todo este pueblo. Ojalá que un día nos veamos sin tantos problemas económicos y sociales.

En la vida todo cuesta. No hay nada gratis. Unos ganan y otros pierden. Pero pido que si alguien tiene que salir perjudicado de cualquier modo, no sea el débil, el que no puede hacer nada, el impotente ante las circunstancias que lo rodean. Al menos por una vez.

Muchos tenemos que dar infinitas gracias a Dios por el nivel socio-económico en el que estamos situados.

Porque en este país y otros similares, ser pueblo, pueblo de verdad, pueblo que trabaja y no ve resultados, pueblo que a pesar de sus esfuerzos pasa necesidades, es duro. Muy duro.

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