Un motivo para competir: quién daría más a través de las tarjetas de asistencia social que lamentablemente no estimulan lo suficiente a la gente para superarse productivamente y salir de la pobreza. Y de eso se trata también: de pobreza en los discursos proselitistas muy sustentados en ofertas de realizaciones en las que suelen excederse de tal modo que no podrían cumplirse tan en grande. Con frecuencia los actores pretenden seducir y encandilar con inmediatismos haciendo provecho de la baja escolaridad y estado de necesidad y desesperación de gran parte de los destinatarios de sus retóricas sin claros y específicos proyectos de rescatar este país de inoperantes estructuras.
Esas que convierten en sal y agua el crecimiento, que (mil veces dicho y demostrado) solo nutre a minorías, sin frutos de permanencia que garanticen el bienestar en el presente y el futuro. ¿Porqué no se asume con verosimilitud el reto de cambiar a fondo lo fiscal y el armazón de leyes y ejecutorias para favorecer la creación de empleos y la producción de bienes que de verdad constituyan riqueza nacional y alcanzar mayor desarrollo humano? Además, el torneo electoral marcha a través de una desigualdad extrema en la capacidad de los contendientes para moverse en la palestra, en la que abruma la superioridad de recursos de un solo lado, bajo un signo de inequidad negadora de democracia.
Luto continuo por llamaradas
Mientras la preocupación mayor por la salud y la vida gira sobre algunas enfermedades y sus vectores, un enemigo silente acaba una y otra vez con la existencia de niños. Una oleada de imprevisiones en hogares humildes da paso a la incineración de cuerpecitos humanos. Bastan una vela encendida o una lámpara casera mal colocada más el hecho de dejarlos sin protección y bajo encierro, para que criaturas en pobreza de solemnidad mueran bajo llamas en sus hogares. Sobre esta trágica racha de semanas suele informarse rutinariamente sin estremecimientos ni toma de medidas. Una parte de los recursos que se gastan en promoción partidaria desde litorales del poder debería invertirse en estimular el sentido de prudencia que salvaría vidas inocentes, al tiempo de pedir cuentas judicialmente a los adultos cuya negligencia pueda estar entre las causas de estas tragedias.