La ministra de Salud, la doctora Altagracia Guzmán Marcelino, presume de conocer, por experiencia propia, cómo funciona la maquinita de hacer huelgas instalada en la sede del Colegio Médico Dominicano (CMD), y por eso repite como un sonsonete, y cada vez que se le presenta la oportunidad, que las protestas y paralizaciones en los hospitales públicos están directamente relacionadas con los procesos electorales internos de ese gremio, y que por lo tanto son esencialmente políticas. Y tan convencida está la Ministra de que no vale la pena dialogar con el comandante Waldo Ariel Suero hasta que no se defina la situación electoral del CMD (dicen que el Gobierno tiene también su candidato, menos hostil y huelguero que su actual presidente) que le mandó a decir a los médicos que está en disposición de retomar las negociaciones un mes después de que se levanten por tiempo indefinido los paros en los hospitales, lo que significa, por si todavía no han caído en la cuenta, después de que pasen las elecciones, pautadas para el próximo 8 de noviembre. Son pésimas noticias, por supuesto, para los pobres infelices que acuden a los hospitales a buscar alivio a sus dolencias, pues su calvario, desgraciadamente, apenas empieza. Porque si algo ha demostrado este insensible tira y afloja entre el Gobierno y el CMD es que ni les importan a los médicos ni les duelen al Ministerio de Salud.