Sin lugar a dudas que en los países donde estos tres factores tienen alta presencia en el seno social, la probabilidad de desarrollo y bienestar común, es mínima.
Una nación como la nuestra, la pobreza, la corrupción y el desempleo son dominantes, se podría inferir que vivimos en una sociedad sin futuro, salvo que haya un cambio radical e incremental.
La incidencia de estos fenómenos constituye un impulsor que solo obliga a las clases más necesitadas a optar por violencias delictivas, antes que morir de hambre. Es una trilogía que acorrala el crecimiento social, combinada con una elevada desigualdad social es un detonante.
En una sociedad donde las puertas al empleo digno viven cerradas, acceder a las riquezas es utópico, por lo menos para los pobres, no hay esperanza de crecimiento colectivo.
Cuando un pueblo se ve cada día empobrecido por la corrupción generalizada, es un referente negativo para la sociedad joven.
Un pueblo sin salud de calidad, carente de servicios, ahogado por impuestos, altos precios de los alimentos y bajísimos salarios, no queda otra alternativa que recurrir a medios antisociales.
Creemos que la política social del Estado no está enfocada a reducir la pobreza, y por ende, la delincuencia, se utiliza para proselitismo.
Históricamente cada gobernante diseña su política social, pero la pobreza y la delincuencia aumentan exponencialmente. Mientras tengamos una población con acceso desigual a los recursos, servicios y empleo digno, la posibilidad de disminuir la delincuencia es limitada, por más operativos que se ejecuten.
La corrupción disminuye la capacidad de consumo de los hogares; además, engendra pensamientos negativos en la juventud que ve su porvenir tronchado. La delincuencia es producto de la denegación que sufre la clase pobres por parte de grupos poderosos insensible y del Estado.
La pobreza, la corrupción y el desempleo fomentan tensiones sociales, inestabilidad familiar, feminicidio y destrucción de hogares. Muchas veces hay padres y madres que se ven tan desesperados, que recurren a acciones indecorosas para poder sostener sus hijos.
Creemos que la única forma de detener esta crítica situación social es que el Estado desarrolle programas sociales incluyentes a través de instituciones no gubernamentales. Facilite crear fuentes de empleos, instalando centros polideportivos en barrios, micro zonas francas, mercados populares, clubes sociales, escuelas vocacionales, microcréditos a personas emprendedoras, profesionales independientes recién graduados para crear su propio medio de subsistencia, generar empleos y desarrollo social.