A veces, si no lo vemos de cerca, creemos que no nos afecta, pero el embarazo adolescente es GRAVE.
Condenar a miles de estudiantes públicos a ser madres y padres adolescentes, impidiéndoles, en la mayoría de los casos, que puedan continuar sus estudios de manera regular, y creer que eso no influencia nuestro desarrollo como país, poniendo trabas para dar saltos importantes hacia una sociedad con mejores profesionales, es no entender lo profundo de este problema y lo injusto que resulta.
Nos indignan las violaciones, los incestos y las relaciones de una persona adulta con una joven menor de edad, pero debemos interiorizar cómo poder incidir más en esta problemática para que se tomen acciones concretas y con el carácter de URGENCIA necesario.
Seguir dejando que la educación pública y laica se deje arrastrar por una facción de la Iglesia , que insiste en la promoción de la abstinencia hasta el matrimonio, y a decir verdad, sería preferible que la juventud alargue el momento de relacionarse sexualmente para evitar enfermedades y sufrimientos, pero, no por ello impedirle que cuenten con la información necesaria, como tampoco, acoger la idea de que casarse con menores de edad o muy joven, ya regulariza la situación.
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Sería interesante estudiar cuánta juventud adolescente sale de los colegios privados religiosos con un embarazo a destiempo. No tengo caso cercano conocido, y si eso estuviese pasando, fuera voz populis en la clase media de esta Capital; que los muchachos/as que salen de tal o cual colegio se ven en esa situación.
Hablar de sexo sin tabúes en este siglo, es cada vez más natural en todos los estratos sociales, es más, las personas más pobres, por su condición de vivir con menos privacidad, suelen ser más enteradas de la vida íntima de sus familiares, vecinos y vecinas, e incluso, la infancia en ambientes donde la prioridad es sobrevivir cada día, suele ser más precoz, por una serie de razones en las cuales no hace falta profundizar.
El asunto está, en que no se trata de ser escandalosos respecto a observar a niños, niñas y adolescentes bailando con movimientos de cintura o coreografías que imitan una relación sexual casi explícita, es escandalizarnos porque en su escuela no reciban una educación con una perspectiva científica y social de lo que implica para la adolescencia verse con un embarazo a destiempo.
Es imposible extrapolar la realidad de quienes cuentan con ciertos privilegios y conocimientos, que les permite transmitirle a sus hijos e hijas informaciones sobre su desarrollo sexual para que puedan cuidarse, como también, contar con mejores condiciones para conservar una niñez, dentro de sus ciclos naturales, por más tiempo, e incluso, poderles llevar al médico desde que deciden tener relaciones sexuales y desean hacer uso de anticonceptivos.
Seguir con la idea de que si el Gobierno, en conjunto con instituciones sin fines de lucro, regalan preservativos y hacen operativos, están incitando a la juventud adolescente a tener relaciones sexuales, es un atraso y grande.
De acuerdo a datos del Ministerio de Educación hay 4,059 estudiantes en uniones tempranas, 3.697 que ya son madres y 1,440 padres y en este año escolar 2022-2023, ya vamos por 1,422 estudiantes embarazadas.
La educación sexual es necesaria, es un derecho y un acto de consciencia frente a una niñez y adolescencia que no sabemos en cuales condiciones viven, ya sea abandono, descuido, orfandad, delincuencia, prostitución, abuso sexual, entre otras realidades de hogares que no tienen cómo ser el lugar que les brinde los conocimientos necesarios para evitar embarazos, más bien la semilla de una pobreza infinita que continua de generación en generación.