Pobreza que llena espacios

Pobreza que llena espacios

La pobreza y la extrema pobreza no se expresan únicamente en déficits de proteínas y calorías, y combatirlas no es solo cuestión de metas del milenio sobre niveles de nutrición. La vida urbana manifiesta honda crisis en diversos grados. La reacción de pesar del presidente Danilo Medina que dio pie a crear una Nueva Barquita pudo haber ocurrido en cientos, o quizás miles de sitios en similar desgracia de este Gran Santo Domingo. Esta ciudad, Santiago y algunas otras grandes concentraciones humanas, requieren de la aplicación de una estrategia del mayor alcance para sanear espacios que constituyen cinturones y bolsones interiores de miseria.

Existen amontonamientos de casuchas insalubres en bordes de ríos y cañadas; en lomas y derricaderos sin orden vial, además de las villas miseria situadas junto a zonas de ricos y clase media. Aquí la pobreza aguda tiene mapas, una delimitación geográfica que debe ser guía de un programa que, sin excesivas pretensiones de ingeniería, rehabilite y amplíe viviendas humildes materialmente salvables. Que pavimente y mejore callejuelas y abra drenajes y levante muros contra crecidas y contra la insalubridad de aguas residuales. Un esfuerzo paso a paso que ponga fin al caos de redes eléctricas que colocan en peligro a moradores. Cerca de la mitad de los habitantes de grandes centros urbanos vive en el sufrimiento de condiciones ambientales adversas.

 La tarea crucial del día  después

La salida voluntaria de extranjeros, mayormente haitianos, y las previstas repatriaciones en cumplimiento de la ley serían puestas a prueba en corto plazo por los probables intentos de retorno por una frontera fácil de burlar para ingresar a este país de empleadores desinhibidos de mano de obra irregular y barata y que a su vez produce una fuerte migración que deja espacios laborales al que llega de fuera.

Los objetivos soberanamente dispuestos para controlar extranjeros correrán riesgos porque la historia de los dos países vecinos está escrita con un vacío de restricciones a través de 265 kilómetros de una delimitación geográfica que no frena trasiegos de lo humano ni lo material a cargo de mafias y estimulados por tolerancias y complicidades para aprovechar la baratura. El desafío de poner la casa en orden apenas comienza.

 

Publicaciones Relacionadas

Más leídas