Poca restricción a muchas armas

Poca restricción a muchas armas

El porte de armas de fuego, poco controlado a pesar de algunos esfuerzos, tiene consecuencias en muchos actos que cuestan vidas cada año por una criminalidad de tasa creciente y de la llamada violencia social que cada día convierte a hombres en asesinos de parejas, exparejas y simples pretendidas. Reducir la disponibilidad de pistolas a ciudadanos cuyas responsabilidades y circunstancias la justifiquen bajo aptas condiciones morales y emocionales, es una meta trágicamente pendiente. Sangriento ha sido el resultado de la posesión letal legalizada, incluyendo la que corresponde a gatillos alegres de la propia Policía, como por el empleo en actividad delictiva: asaltantes motorizados y sicarios lanzados a la vía pública para extender la geografía del crimen con aparición de amenazas a la vida sobre cualquier sector urbano; rapiña bien armada que se ensaña contra mujeres indefensas o traspasa límites domiciliarios.
De repente un cañón apuntando entre ceja y ceja para despojar de carteras y celulares, mercancía esta apetecida con renovados bríos por una delincuencia que a sus anchas despoja para proveer a otros usuarios en un dos por tres. La ciudadanía está expuesta indiscriminadamente al resultado de la mucha circulación de artefactos amparados o no por licencias que a veces acumulan historiales de uso repetido a causa de un oculto mercadeo que los hace cambiar de dueños en el bajo mundo.

La “madre” de todas las prisas

Demorarse en legislar no siempre es consecuencia de procesos minuciosos y cautos de consultas a sectores de intereses legítimos para madurar propósitos y afinar textos. Las más de las veces deviene de la vacilación y renuencia a crear o modificar leyes que deberían ser superadas por obsoletas aunque sigan pareciéndoles útiles a un único liderazgo económico o político de gravitación excesiva.

De gaveta en gaveta, de legislatura en legislatura, normativas esenciales para institucionalizar al país reciben el tratamiento de «clavo caliente» con el que se elude afrontarlas. La táctica de dejar los asuntos estelares para después suele expirar en los umbrales de la hora cero que obligan a acelerar el paso con actos al vapor que pasan por alto objeciones que debieron atenderse para evitar errores e incongruencias.

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