Cesar en la vida productiva por edad o invalidez significa, para muchos dominicanos, quedar fuera de ingresos imprescindibles para la existencia o a expensas de familiares. El sistema nacional de pensiones que mayor alcance promete tardará un tiempo para regir con cierta plenitud; tardanza que será suficiente para que miles de personas vencidas por los años lo sean también por la muerte antes de ver un cheque de jubilación digno.
Los ahorros de la seguridad social crecen indetenibles pero intocables, reservados irónicamente para la vejez de los jóvenes de hoy. Que los viejos de estos tiempos cuentan poco si no prestaron servicios en alguna excepcional entidad solvente y protectora. En amplio sentido, la gente mayor de este país se desenvuelve en un medio que no cesa de demostrar que la siente y la trata como trastos viejos y falta mucho por hacer para que eso cambie.
No extraña por demás que 1,500 personas en edad de retiro tengan que protestar porque el Ministerio de Hacienda, que debe asumir la manutención de un sector de ex trabajadores, deje dormir sus casos en el olvido y sin disponibilidad de fondos, en vez de reaccionar con dignidad y respeto hacia quienes se pasaron la vida trabajando. En contraste, en este momento trascienden detalles sobre la generosidad del Estado y organismos en pago de gruesas dietas y gastos de representación para una minoría política influyente y posesiva.
Macro burocracia, mini eficiencia
Como la calidad puede importar más que la cantidad, a veces hemos lamentado la tendencia a crear estructuras ministeriales para cada área o enfoque de la realidad. Parecía claro que asuntos deportivos o juveniles podían permanecer a cargo de instituciones ya existentes para que a la sociedad le cuesten menos sus servicios. Pero en un país de clientelismos los políticos ansían oportunidades para innovar con más burocracias en su interés de atraer y emplear gente. ¿Alguien en el Estado se ocupa de que las entidades, a veces duplicadas, funcionen como Dios manda?
Eso habría que verlo. Por lo pronto el pueblo es testigo de que instalaciones deportivas que costaron miles de millones de pesos sufrieron abandono en todo el país; y una entidad independiente acaba de formular graves denuncias sobre la forma en que son administrados recursos públicos destinados a la juventud.