Pocas señales de cambio a pesar de nuevas reglas

Pocas señales de cambio a pesar de nuevas reglas

POR ADRIAN MICHAELS
La falta de contención en el pago a los ejecutivos no es la única munición con que cuentan los críticos de las reformas de gobernabilidad de las corporaciones de Estados unidos. Hay otros muchos ejemplos, empezando con el número casi récord de casos incoados por los reguladores a las compañías.  

La Comisión de Bolsa y Valores (SEC) se dispone a hacer más de 600 acusaciones legales contra compañías e individuos en el año que culmina en octubre. Son menos de los 680 del año pasado, pero bastante por encima de los 480 en el año que cerró en octubre de 2001, poco antes de que Enron se viniera abajo.

Este mes, la SEC llegó a acuerdos con Bristol-Myers sobre acusaciones, ni admitidas ni refutadas, de que el grupo farmacéutico cometió fraude al exagerar las ventas en los finales de algunos trimestres, para cumplir con sus metas de ganancias.

En otra investigación, muchas de las mayores compañías de alimentos de EEUU -Kraft Foods, Heinz, Sara Lee, General Mills, Conagra y Tyson Foods- recibieron demandas de documentos en investigaciones sobre si habían ayudado a los ejecutivos de US Foodservice, una subsidiaria de Ahold, de los Países Bajos, para engañar a los auditores. 

Aunque no ha habido casos verdaderamente extraordinarios de fraude desde el fraude de siete años de HealthSouth, la compañía de salud de EEUU salió a la luz el año pasado, siguen revelándose los fallos en la contabilidad y la gobernabilidad. En abril, Nortel Networks, de Canadá, uno de los mayores fabricantes de equipos de telecomunicaciones, despidió a sus tres ejecutivos principales en medio de una amplia investigación de contabilidad. La compañía designó entonces a Bill Owens como jefe ejecutivo. El señor Owens, mientras supervisaba la gerencia de Nortel desde su puesto en la junta, estaba además en la junta directiva de más otra docena de compañías. Desde entonces, ha ido dejando esos otros cargos.

Stephen Cutler, el jefe de ejecución de las disposiciones de la SEC, señala que hay un desajuste en el tiempo en los casos que aborda el regulador. “Por definición, un programa de cumplimiento se centra en problemas pasados. Estamos abordando muchos problemas relacionados con el comportamiento de hace dos o tres años, y probablemente no se verá el impacto de Sarbanes-Oxley [la nueva legislación sobre responsabildad corporativa] y otros cambios el volumen de nuestros casos en un par de años”, comentó..

Aún así, los reguladores dicen que siguen estando muy difundidos algunos trucos en la contabilidad. Donald Nicolaisen, el jefe de contabilidad de la SEC, dice: “La principal preocupación en términos absolutos es el reconocimiento de los ingresos, que sigue siendo una de las causas principales de las correcciones en las declaraciones [financieras]”.

También está desencantado con las nuevas reglas sobre la contabilidad de las hojas fuera de balance -estimuladas en parte por el escándalo de Enron, en la cual la compleja “ingeniería” financiera oscureció la verdadera salud financiera del comerciante de energía-, no han sido implementadas en toda la amplitud que se esperaba.

Mientras tanto, las iniciativas reguladoras están siendo atacadas por los líderes de los negocios, después de un letargo de dos años.

Las compañías de lata tecnología han estado cabildeando con algún éxito contra los esfuerzos de la Junta de Normas de Contabilidad Financiera (FASB), de hacer que las compañías deduzcan el costo de las opciones de acciones de los empleados de sus ganancias. La mayoría de los políticos en la Cámara de Representantes quiere algún cambio en la iniciativa de la FASB, pero el Senado, que también tendría que respaldar el cambio, sigue apoyando a la FASB.

Mientras tanto, la Cámara de Comercio de EEUU, un influyente grupo de presión de empresas,  está amenazando con demandar a la SEC por los planes de concederle más nivel de decisión a los accionistas a la hora de nombrar directores.

El asegurador AIG y otras muchas compañías han cuestionado si la remodelación multimillonaria de sus sistemas de control interno, como ordenó hacer la ley Sarbanes-Oxley para ayudar a garantizar que las declaraciones financieras sean veraces y cumplan con la ley-, valen el costo.

William Donaldson, el presidente de la SEC, ha enfrentado oposición por sugerir que los fondos de cobertura sean obligados a registrarse en la SEC, para que el regulador tenga una idea más clara de donde los puede encontrar.

Lynn Turner, ex-jefe de contabilidad de la SEC, dice que la ley Sarbanes-Oxley podría darle a las compañías una excusa para escapar con un mínimo esfuerzo al mejoramiento de la gobernabilidad corporativa. “De cierta forma, la ley es lo mejor que pudo ocurrir a la comunidad empresarial, porque pueden salir y decir que todo está arreglado”.

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TRADUCCION: Iván Pérez Carrión

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