Pocos partidos saben su peso específico real

Pocos partidos saben su peso específico real

Teófilo Quico Tabar

A través de los años las agrupaciones minoritarias o emergentes han jugado el rol de aliados de los partidos grandes en los procesos electorales. Se ha llegado incluso a establecer como axioma, que aquellos con mayor cantidad de aliados tienen más oportunidades de ganar. Sin embargo, aunque en algunos casos pudo haber ocurrido así, valdría la pena que sus dirigentes reevalúen su potencial presente y futuro.
Digo esto partiendo del hecho de que la mayoría de las fuerzas minoritarias no se han medido electoralmente. O sea, que no han participado en procesos con candidaturas y boletas propias, sino apoyando otros partidos o candidatos, lo que hace difícil determinar su aceptación como opción política. Salvo algunas mediciones realizadas.
Algunos partidos pequeños o emergentes han concurrido solos, pero muchos de ellos, desde su fundación, han participado en alianzas con una u otra organización mayoritaria, o se han abstenido. En tal virtud, se hace difícil saber a ciencia cierta cuál es su peso específico y su proyección futura. A menos que se tomen como base las mediciones que establecen las grandes encuestas, en las que no todos aparecen.
Por otra parte se hace difícil establecer si un partido que participa aliado a un candidato mayoritario puede lograr mayor o menor votación si hubiese ido solo. Aún tomando en cuenta el desequilibrio financiero entre grandes y pequeños.
Muchos se preguntan: ¿Porque existen tantas agrupaciones y partidos, si al final concurrirán aliados a los de mayoritarios? ¿Por qué los partidos y candidatos mayoritarios los procuran incesantemente? Entre muchas respuestas que podrían darse, hay una que tiene bastante peso, y está dada en el hecho de que, en la medida que aumenta el clientelismo y se crean cercos alrededor de los candidatos, mucha gente con deseos de participar y de conseguir algo, se valen de los partidos aliados a fin de que les garanticen sus objetivos. Como ocurre con muchos creyentes, que aun sabiendo que hay un Dios, recurren a los santos haciéndoles peticiones y promesas para que intercedan por ellos.
Los partidos mayoritarios y los propios candidatos, conscientes de ello, estimulan las alianzas con organizaciones minoritarias. Porque de alguna forma diversifican las acciones, crean más expectativas, distribuyen las presiones, estimulan competencias, aumentan las esperanzas. Sin embargo, los partidos emergentes no se dan cuenta de que muchas personas descontentas o desilusionadas encontrarían en ellos, vías para desahogar sus inconformidades. Muchos no votan por un partido o candidato mayoritario, pero podrían hacerlo por ellos.
Pero aliados a los grandes partidos nunca sabrán si pueden constituirse en vías reales de captación de inconformidades. Jamás sabrán si participando solos o uniéndose entre ellos, estableciendo un bloque, con candidato diferenciado, serían capaces de alcanzar objetivos importantes y proyectar su futuro. ¿Por desconfianza o recelo entre ellos mismos?
De continuar como hasta ahora ha sido la costumbre, lo más probable es que dichas organizaciones se mantengan en la lista de los emergentes. Aunque se pongan viejos. Pero es una lástima que la gente no tenga las posibilidades de conocer sus potencialidades diferenciadas.

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