El Estado Islámico – EI – ha vuelto a mostrar otra vez su intríngulis brutal inmisericorde y su enfrentamiento a quienes les combaten. Decenas de franceses inocentes han pagado con su vida mientras que lanza amenazas “inminentes” contra Rusia. Tan solo en pocos meses, prácticamente de manera repentina, se ha dado a conocer dejando desconcertados a muchos. Tan solo a mediados del pasado año para el Secretario de Estado estadounidense, Chuck Hagel, el EI no era un grupo terrorista sino solo un “proyecto de Estado” que disponía de armas sofisticadas, una ideología totalitaria y abundante financiación. Ahora se le ve como la manifestación más violenta de la insurgencia sunita contra lo que consideran la expansión del chiísmo en la región. Una buena parte de sus elementos provienen del desarticulado ejército de Saddam Hussein. Un documental que en estos momentos pasa CNN: “El largo camino hacia el infierno: Estados Unidos en Irak” nos permite enterarnos con claridad a través de entrevistas a funcionarios y expertos de inteligencia norteamericanos que el EI es producto de la invasión a Irak. Un alto funcionario de la administración Bush confiesa que si no hubiera habido invasión a Irak no habría EI. El propio líder conocido del EI estuvo preso en un campo de detenidos estadounidense.
Recuerdo la expresión de la presidenta argentina cuando en la ONU el pasado año se preguntaba si el mundo se estaba volviendo loco, que un año atrás habían pedido que apoyasen el abastecimiento a rebeldes en Siria y ahora pedían que los combatieran. Elementos del EI ganaron experiencia en Siria antes de lanzarse contra Irak y dominar extensas zonas petroleras claves y refinerías pudiendo comercializar clandestinamente en varios países cientos de miles de barriles diarios que se insertan en el mercado negro lo que le suministra hasta 2 millones de dólares diarios. Esta no es la única fuente.
Estudios han mostrado que se han desarrollado factores de “una economía de guerra” captando recursos que sostienen la violencia. Se ha establecido un sistema de impuestos en las zonas bajo control así como el robo de las reservas monetarias de los bancos que se encuentran en ellas y han desencadenado múltiples actividades ilícitas que incluyen contrabando de coches y armas, secuestros y controles de carreteras. En manos del EI hay grandes cantidades de armas que pertenecían al ejército iraquí y otras que recibieron grupos opositores al gobierno sirio abastecidos por occidente.
Incluso, expertos apuntan que en el origen del éxito económico del EI se pueden identificar los flujos de apoyo que emanó para los sunitas desde los gobiernos de Arabia Saudita y del Golfo Pérsico para insurgentes en Siria. Algunos analistas advierten que hay líderes de la oposición siria que no quieren que termine el conflicto para no perder sus fuentes de suministro financiero.
El terrorismo indiscriminado como el de París no se nutre solo de “lobos solitarios” sino que recibe apoyo logístico y financiero externo que lo hace posible. Combatir efectivamente al EI requiere neutralizar sus fuentes de sustentación económica.