Poder mediático en el caso Terri Schiavo

Poder mediático en el caso Terri Schiavo

SERGIO SARITA VALDEZ
En términos de información la población mundial en el año 2005 se asemeja a la de un mercado infinito de ofertas noticiosas al que sin proponérnoslo estamos todos expuestos a través de la vista y el oído. Las imágenes alcanzan un poder tan gigantesco que son capaces de programar y hasta condicionar de manera refleja el comportamiento de las personas receptoras de videos, fotografías y otros tipos de fílmicas, aún cuando no tengan sonido. Con razón alguien ha expresado que una foto es capaz de convencer con mayor efectividad que lo que lo harían unas mil palabras dichas o escritas.

Ese gran poder de la imagen ha quedado comprobado una vez más con los reportajes continuos a través de la televisión y el Internet del drama doloroso de la paciente Theresa Marie Schiavo, quien el día 25 de febrero de 1990, cuando apenas contaba la edad de 26 años, sufrió un colapso cardíaco en su hogar, supuestamente como resultado de un desbalance electrolítico de potasio en la sangre. El tiempo transcurrido entre el paro cardiorrespiratorio y las maniobras de resuscitación permitieron que su corteza cerebral sufriera grave daño irreversible que desde entonces la ha postrado en un estado vegetativo.

Quince años después, el cuerpo de Terri, como cariñosamente se apoda Theresa, ha podido ser mantenido funcionando a través de algunos medios artificiales, incluida la alimentación por un tubo permanentemente colocado en el estómago mediante una operación denominada gastrostomía. Michael Schiavo, quien es el marido y representante legal de la víctima, dice que debido a la grave y deteriorada condición neurológica de la enferma, sin evidencia de mejoría, solicita que a su esposa se le retire el tubo plástico insertado en el orificio de la gastrostomía. Los padres de la señora Schiavo se oponen al retiro del soporte médico artificial de su hija, siendo el debate llevado al seno de la opinión pública, vía la radio, prensa escrita, televisión e Internet.

El juez de la corte de Clearwater, Florida, George Greer, ordenó la remoción del tubo de alimentación, en tanto, que la Suprema Corte de Justicia norteamericana decidió no intervenir en lo dictado por el magistrado Greer. El público estadounidense, altamente sensible al impresionismo mediático ha sido intensamente bombardeado visualmente durante semanas con un video que muestra bien de cerca el rostro y el movimiento de los ojos de Terri, dando la sensación aparente de cierta expresión emocional. Neurólogos se han aventurado a hacer evaluaciones pseudo-científicas en base a estas proyecciones sin haber tocado ni examinado directamente el cuerpo de la paciente. El tema se ha convertido en material de la agenda política entre demócratas y republicanos por lo que hasta el presidente de Estados Unidos y su hermano y representante en Florida, el gobernador Bush, han tomado partida en el caldeado conflicto.

Se cumple a cabalidad el sabio dicho que reza: «No hay cosa buena que no venga acompañada de algo de malo». Lo bueno es que en el presente contamos con excelentes medios para sostener la vida de enfermos en situación crítica de salud; podemos sostener artificialmente mediante aparatos sofisticados vitales funciones como son la cardíaca, pulmonar, renal, digestiva y endocrina. Sin embargo, todavía no hemos logrado reemplazar las funciones cerebrales que nos diferencian del resto del mundo animal, tales como las actividades intelectuales, la escritura, razonamiento, el arte, etc. Cuando somos incapaces de activar las neuronas de la corteza encefálica decimos que el cuerpo funciona en un estado vegetativo. La calidad de vida humana se ha perdido y si esto se torna irreversible, o mejor dicho definitivo, entonces ya tiene poco o ningún sentido prolongar artificialmente la existencia del individuo.

Es en estos casos en donde entran en juego las consideraciones científicas, ético-morales, religiosas y culturales. Desde el punto de vista legal el papel de los jueces es el de ajustar sus decisiones al marco constitucional, tomando en cuenta el bien común y personal. Hay que evitar las sentencias precipitadas que se hacen con el propósito de desinflar la presión ejercida conyunturalmente por los poderes mediáticos.

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