Poder: una cuestión de desarrollo humano

Poder: una cuestión de desarrollo humano

ROSARIO ESPINAL
rosares@hotmail.com
Para lograr bienestar socio-económico, las personas cuentan con dos mecanismos fundamentales: las oportunidades laborales y los servicios públicos. Entre ambos existe una fuerte sinergia.

Por ejemplo, las buenas oportunidades laborales dependen de la creatividad y productividad de la economía y del nivel de formación de la fuerza laboral a través de servicios como el educativo, que ofrece fundamentalmente el Estado.

El Informe 2008 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), titulado “Desarrollo humano, una cuestión de poder”, plantea que para lograr desarrollo es necesario el empoderamiento individual, social y político.

Recursos ha habido en el país, dice el informe, pero se han distribuido de manera muy desigual. Unos pocos se han beneficiado mucho.

El estudio parte de tres argumentos que derivan del trabajo académico de Amartya Sen. Primero, el desarrollo es una cuestión de poder porque la libertad real de las personas depende del acceso a recursos en tanto derecho, no privilegio personal o grupal.

Segundo, el desarrollo tiene una dimensión personal y otra social. Las capacidades se portan de manera individual pero se construyen de manera colectiva.

Tercero, se desarrollan las personas, no las cosas. De ahí que lo esencial para medir el desarrollo sean las capacidades y oportunidades concretas que tiene la población, no los edificios o la macroeconomía, aunque tengan un efecto en las personas.

Desde el informe del año 2005, la Oficina de Desarrollo Humano del PNUD ha insistido en que el bajo nivel de desarrollo humano en la República Dominicana no se debe a la falta de recursos, sino a la falta de compromiso del liderazgo nacional con el desarrollo, y al escaso poder de la sociedad. Ambos impiden el establecimiento de pactos sociales para lograr una mejor redistribución de los recursos.

A través de la construcción de índices de empoderamiento individual, social y político, el Informe 2008 demuestra empíricamente muchos de los planteamientos. La investigación es densa y debe ser cuidadosamente analizada en el país para generar un rico debate e iluminar la acción pública.

Aquí quiero abordar un tema. Como bien sugiere el título del informe, el desarrollo humano es una cuestión de poder. Pero el poder es también una cuestión de desarrollo humano.

Es decir, las personas con más capacidades humanas tienen mayor posibilidad de avanzar individual y socialmente que las desprovistas de capacidades.

La educación es un ejemplo clásico. A mayor educación, mayor probabilidad de mejorar las condiciones de vida.

Esto significa que a los segmentos empobrecidos de la sociedad se les dificulta más avanzar socialmente porque carecen de las capacidades que facilitan el ejercicio del poder laboral, social y político.

Además, cuando los pobres son muchos y la economía privada es pequeña e ineficiente como la dominicana, el gobierno y la política juegan un papel fundamental en la generación y distribución de recursos.

Al no existir una gran capacidad de presión social para institucionalizar el gobierno en sus funciones distributivas, muchos recursos públicos se distribuyen de manera particularista.

De ahí que el clientelismo y la corrupción sean procedimientos generalizados en todo el cuerpo social.

Por eso el Informe de Desarrollo Humano 2008 no encontró la sinergia esperada de que un mayor empoderamiento político trae mayor empoderamiento en otras áreas. Esta relación sólo se produce en sistemas que no están de manera generalizada contaminados por la corrupción y el clientelismo.

Mientras en el país no cambien las relaciones de poder económico y social, será muy difícil transformar la política.

Esto no implica necesariamente una imposibilidad transformativa, sino que los sectores de mayor capacidad educativa y económica tienen que asumir su responsabilidad en promover una sociedad más productiva y equitativa, y tienen que entender que el desarrollo humano es un derecho de todos que se construye de manera colectiva, al decir de Amartya Sen. De lo contrario, el sistema social transita una ruta que carcome las relaciones sociales hasta que eventualmente el sistema colapsa por su desprestigio político.

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