Poder y ventajas implícitas

Poder y ventajas implícitas

Aún reconociendo el derecho a réplica, no ha debido ser tan urticante para el Gobierno el llamado de un miembro titular de la JCE para que el Poder Ejecutivo evite el uso de los recursos del Estado en campaña política. En un país en el que ha habido dificultad para definir una frontera entre el poder público y el liderazgo de un partido en el poder, no es extraño que llegue el momento en que se aspire a solidificar esa división.

En elecciones pasadas, organismos como la OEA han reconocido la diafanidad y desarrollo ordenado de los procesos, pero se ha hecho hincapié en la necesidad de evitar que la fuerza política en el poder utilice recursos del Estado para impulsar su campaña. Esta práctica no es pecado exclusivo del ámbito del Poder Ejecutivo, sino que también se comete desde  el Congreso y los gobiernos municipales, sobre todo cuando legisladores y funcionarios de ayuntamientos aspiran a reelegirse.

El reclamo de la JCE para que se suspendiera el pago del “barrilito” a los senadores hasta pasadas las elecciones pretende eliminar las ventajas implícitas que estos recursos dan a los que aspiran a repetir en sus cargos ante sus contrincantes por las mismas posiciones. En todos los ámbitos del poder hay esas ventajas cuyo uso seduce a muchos  y pedir que no se las utilice contra el adversario no le falta el respeto a nadie.

De sabotaje en sabotaje

Melanio Paredes,  ministro de Educación empeñado en lograr un máximo aprovechamiento del tiempo de docencia, se queda corto al afirmar que el programa de actividades del 40 aniversario de la ADP es un “sabotaje sutil” a las horas que se deben dedicar a la  docencia. En realidad, la enseñanza pública se ha desenvuelto de sabotaje en sabotaje en todo momento, no solo en esta ocasión. Nadie ha logrado que las reuniones sindicales de los maestros se realicen en días no laborables.

En nuestro país, el promedio anual de horas de enseñanza está muy por debajo de lo que se requiere. El déficit no es del programa docente oficial, sino que se debe a pérdida de tiempo en las escuelas. Hay que reconocer el esfuerzo del ministro Paredes, que a través de un programa denominado “1000 por 1000” busca aumentar las  horas de clases y mejorar  el rendimiento escolar. Todos deberíamos ayudar a que su iniciativa acabe con estos sabotajes.

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