¿Podrá considerarse el país una auténtica República?

¿Podrá considerarse el país una auténtica República?

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS
En los últimos días han acontecido hechos que han dejado en estado de consternación hasta los más conspicuos ciudadanos, al descubrirse, que la Policía Nacional, la cual se suponía que debía velar por el orden y los bienes de los ciudadanos que con sus impuestos pagan los salarios de esa institución, constituían -los implicados- una asociación de malhechores que se adjudicaban fraudulentamente, una gran cantidad de vehículos incautados.

Esperamos con impaciencia que la investigación determine y se hagan público los nombres de los implicados y se les dé de baja deshonrosamente por denigrar esa organización, después se les ponga a disposición de la justicia ordinaria para ser juzgado como «vulgares ladrones».

Por vía de consecuencia, la criminalidad ha aumentado considerablemente, el secuestro ha sido utilizado como arma de soborno, la inseguridad se ha incrementado y el ciudadano percibe que no se hacen esfuerzos para conjurar estos males.

Militares de alta graduación con ínfulas de omnipotencia, proveen de permisos para porte y tenencia de armas a familiares y amistades en franca violación de la ley. Además, otorgan tarjetas de recomendación para proteger al tenedor y hay de aquel que ponga en duda su validez.

Salud Pública es un desastre. Hospitales sin equipos, sin material para dar primeros auxilios o efectuar operaciones. El personal disgustado por bajos salarios y a veces no pagado a tiempo convoca a huelgas reivindicatorias.

La administración de la justicia está manga por hombro. Según el magistrado presidente de la Suprema Corte de Justicia, existen más de 300,000 expedientes pendientes de fallo. El ex-procurador general de la República liberó más de trescientas personas antes de entregar el cargo, algunas sospechosas de no merecer este tratamiento. La fiscalía del Distrito Nacional convirtió en chatarra la gran mayoría de los vehículos confiscados como cuerpo del delito y hasta, el Procurador Fiscal se permitió prestar a su chofer, «dos lavadoras, tres inodoros, un lavamanos, un juego de comedor y un juego de colchones».

Dentro de los servicios públicos esenciales, sólo podemos exceptuar las comunicaciones telefónicas. No hay luz y se nos pide paciencia. Tampoco no hay agua, precisamente por falta de energía eléctrica. El transporte público es muy precario, la mayoría de los autobuses, o parados por inservibles, o por falta de combustible. El gas propano es de muy difícil obtención, ya que implica largas colas y empellones a montones.

Nuestros congresistas son esponjas que hay que empapar para que aprueben ciertas leyes, sobre todo cuando favorecen a poderosas empresas de capital multinacional. A eso se le denomina «legislación dirigida» porque implica un consenso oneroso.

Un sistema financiero frágil ha permitido que la quiebra de tres grandes bancos comerciales haya hecho tambalear la economía nacional, acentuándose con la devaluación de nuestro peso frente a la divisa norteamericana.

Los partidos políticos son un negocio, trampolín que permite el enriquecimiento de los líderes que «sacrifican» su bienestar por el engrandecimiento de la Patria.

El Presupuesto Nacional se maneja al antojo de las diferentes carteras, ya que no se entrega a tiempo y tampoco en su totalidad.

Los presidentes de turno, en virtud del artículo 55 de la Constitución son todopoderosos. Nombran generales por favores, secretarios de estado sin cartera para retribuir actuaciones políticas y personal extra numerario en el servicio exterior por haber sido activistas políticos en la campaña electoral. Gobiernan por decreto modificando leyes y disposiciones constitucionales sin el menor escrúpulo. En fin, son verdaderos monarcas sin corona.

Para terminar referiremos lo expresado por un juez español en una charla que dictara en el país. «Aquí no hay institucionalidad. Hacerse rico a toda costa constituye una acción digna de imitarse. ¿Cómo se puede calificar a una nación en donde un juez que se roba la luz es tolerado y los invasores de terrenos registrados se les admira como modernos Robin Hood? Definitivamente, aquí no existe un estado de derecho».

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