El triunfo de Barack Obama, como nuevo presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, marca un hito en la historia electoral global, por múltiples razones. Desde el 4 de noviembre pasado, la atención mundial está sobre esta figura, nueva, fresca, limpia y prometedora de cambios en los ámbitos político, social, económico y cultural para  la sociedad norteamericana y pueblos del mundo.

De porte integral sencillo, humilde, sin ínfulas de poder económico o político notable, Obama transmite una expresión de confianza, seguridad en sí mismo y  mirada firme como saber hacia dónde ir. Parece tener en sus manos, bien agarrado, el reto que supone gobernar esa sociedad, con sus vicios “cuasi normales”, sus estrategias hegemónicas, geopolíticas, sin importar consecuencias; y visos de una “herencia de poder” político-económico que pasa por generaciones, que en algún momento tendrá que parar. Los ojos del mundo están puestos en este sencillo hombre; la toma de posesión, el 20 de enero, es  noticia  del mundo. Y no por la  racista frase “Un negro a la Casa Blanca”. Sino por las diversas percepciones en  cabeza de la humanidad.

Una fecha de grandes expectativas, por ser gran acontecimiento el solo hecho del cambio de gobierno en la figura que sucederá la generación Bush. Ahí el mayor reto de Obama, junto a la esperanza de los norteamericanos y demás pueblos del mundo en un mejor  porvenir, donde la unidad, la equidad, la seguridad económica y social, la paz, reduzcan el camino de la hegemonía, la desigualdad, la inestabilidad económica, la inseguridad social, el armamentismo,  la guerra; el narcotráfico.

Obama comenzó con buen pie; la escena previa y discurso de su victoria resaltaron los aspectos patriótico, cultural, religioso; la unidad e igualdad; así como la importancia de la democracia, como oportunidad para todos. Señal de que su gobierno inclinará  hacia esos  aspectos. De ser así, sin las trampas de intereses malsanos, acortinados en bandejas brillantes y  rostros “sinceros”; si de verdad procura una nueva independencia, como ha dicho ¡Obama podrá!