¿Podrán remediarse  los desbalances de la economía mundial?

¿Podrán remediarse  los desbalances de la economía mundial?

La crisis económica que estalló en el 2008 continúa afectando la economía mundial. Ciertamente, el orden ha sido restablecido en el mundo corporativo. Los bancos de inversión y las demás instituciones que operan en los mercados financieros han vuelto a generar ganancias comparables a las que obtenían antes de la crisis y las corporaciones líderes (Ford, 3M, Honeywell, Lockheed, Eaton, UPS, etc.) han tenido beneficios tan buenos que a final de abril elevaron el índice S&P 500 al nivel más alto desde junio del 2008. Sin embargo, la solución de la crisis de los mercados financieros se ha dado a costa de sumir en una crisis fiscal a los EUA y a varios estados de la  eurozona. La crisis no se ha superado, se ha transformado.

Existe el consenso de que las condiciones que propiciaron la crisis fueron dadas por los grandes desbalances en los sectores externos de las grandes economías, particularmente los elevados balances positivos de China y los países exportadores de petróleo versus los altos balances negativos de los EUA. Las preguntas lógicas son: Se ha avanzado en la superación de los grandes desbalances que incubaron la crisis? Y si no, ¿Existen condiciones para esperar que en el futuro cercano tales desbalances puedan ser remediados? Al tratar de responder estas preguntas dejaremos a un lado los países exportadores de petróleo, a fin de simplificar el análisis.

La respuesta a la primera pregunta es simplemente NO. En Occidente, especialmente en los EUA, el Gobierno y los medios especializados en asuntos económicos repiten la opinión de que los desbalances se deben a que China hace uso de sus inmensas reservas a fin de manipular el valor de su moneda, manteniéndolo por debajo de su valor real o de equilibrio a fin de continuar generando grandes balances comerciales positivos. Este punto de vista deja de lado factores explicativos muy importantes, pero ha devenido la explicación dominante en importantes círculos de opinión. Sin embargo, a pesar de las enormes presiones en el G-20 y en otros escenarios, los chinos solo han permitido una apreciación simbólica de su moneda.

Abordado la segunda pregunta, a pesar de la agresiva política monetaria que ejecuta el Banco Central de los EUA y de la “guerra monetaria” en curso a nivel global, los chinos no parecen estar en condiciones que les permitan apreciar el renminbi.  Las autoridades chinas están embarcadas en una agresiva política antiinflacionaria y en desinflar lo que podría ser una incipiente burbuja en el mercado de bienes raíces.

De manera natural, tal política genera efectos negativos en el crecimiento y en la generación de empleos debido a la reducción de la demanda que induce. Bajo tales condiciones, permitir una apreciación significativa del renminbi puede debilitar más aún el mercado laboral. Por razones obvias, China ha considerado siempre la generación de empleos un factor fundamental para su estabilidad.

Los EUA, el otro polo de los desbalances mundiales, viven una recuperación económica frágil y una coyuntura política marcada por crecientes dificultades en su gobernabilidad. Si bien las grandes corporaciones dentro y fuera del sector financiero han vuelto a obtener ganancias sólidas, el crecimiento no ha sido ni sólido ni sostenido: 3.1% en el último trimestre del 2010 y solo 1.8% en el primer trimestre del 2011; el sector construcción, muy importante para asegurar un crecimiento robusto, continúa profundamente deprimido y los precios de las viviendas viven una segunda caída por siete meses continuos. La tasa de desempleo de 9% continúa alta, elevándose a 16% si incluimos aquellos que han dejado de buscar empleo y lo que trabajan medio tiempo por no poder conseguir empleo a tiempo completo. Por primera vez desde que este tipo de estadística se produce, la mayoría de los norteamericanos (56%) piensan que los jóvenes de hoy no tendrán una mejor vida que sus padres, de acuerdo a una encuesta Gallup del mes de abril.

Por otro lado, el sistema político norteamericano ha perdido la capacidad de producir soluciones a tiempo y efectivas a los enormes y numerosos retos que enfrenta la nación dentro y fuera de ella. Los dos grandes partidos han visto decaer su capacidad de consensuar soluciones, característica ésta que históricamente ha sido la base de la solidez del sistema político norteamericano. De más en más el Partido Republicano insiste en imponer en el debate de cada tema que arriba al Congreso recetas  ideológicas de ultraderecha (a favor de las corporaciones y de los más ricos) orientadas siempre a desmontar el estado de bienestar que se edificó luego de la Gran Depresión y de la Segunda Guerra Mundial. La postura republicana ha recibido un nuevo impulso con los nuevos miembros del Congreso que se eligieron bajo la bandera del movimiento conocido como Tea Party.

Muestras del creciente deterioro del sistema político norteamericano lo constituyen la reforma de la regulación financiera y la reforma del sistema de salud. La primera repleta de debilidades y huecos y la segunda enfrentando aún el esfuerzo republicano de revertirla o hacerla fracasar.

Más reciente aún, la discusión del presupuesto del 2011 mantuvo al Gobierno federal sin presupuesto por cinco meses y sus operaciones casi llegan a ser totalmente paralizadas. Se espera que la discusión del presupuesto del 2012 sea más exacerbada que la última, ya que en ella posiblemente se abordaran determinantes estructurales del enorme déficit fiscal existente como la Seguridad Social, Medicare y Medicaid. La respuesta a la segunda pregunta que nos formulamos más arriba es obvia: el futuro inmediato no parece garantizar que los desbalances de la economía mundial serán remediados. Con respecto a este tema el porvenir es turbio y con potencialidad de presenciar el aumento de las tensiones a nivel global. 

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