¿Podría AMET volver a sus orígenes?

¿Podría AMET volver a sus orígenes?

BIENVENIDO ALVAREZ-VEGA
Cuando la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET) fue creada, en el primer gobierno del PLD y del doctor Leonel Fernández, se dijo, una y otra vez, que esta nueva institución se encargaría de reorganizar el transporte público en la ciudad capital de la República.

Entonces se hicieron grandes esfuerzos, sobre todo en las principales rutas de carros y guaguas del transporte urbano, para reordenar el transporte público. Y hubo logros notables.

Pero a partir del año 2000 las cosas empezaron a cambiar en AMET. Esta contrajo su trabajo prácticamente a una tarea policial de vigilancia y sometimiento de los conductores que violaban las leyes. Y así está a la fecha.

El Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo, ahora dos jurisdicciones, concentran en conjunto más del 30% de la población del país, constituyen el centro comercial, industrial y político de la nación, y hospedan a más de la mitad del parque vehicular de la República Dominicana.

Se trata, como puede apreciarse, de dos espacios que necesitan y reclaman un ordenamiento estricto en todos los órdenes de la vida, principalmente en el tránsito de vehículos de motor, en el transporte público, en el desplazamiento de miles de motocicletas, camionetas, camiones, patanas, carros públicos y carros privados, así como guaguas de usos públicos y de usos privados.

Una cantidad tal de vehículos en las calles del Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo, con una ausencia casi total de normas o que si existen nadie las hace cumplir, garantiza el caos que tenemos en las calles y avenidas.

Este fenómeno de desorden en las calles y avenidas de estas dos ciudades, de entamponamientos por doquier, de aparcamiento de vehículos de motor en casi todas las calles y avenidas, sin respetar los letreros y las estrecheces; de desplazamiento de vehículos pesados por doquier a todas las horas del día, etcétera, reclaman una iniciativa controladora del gobierno que, se creía, debió seguir en manos de AMET.

Sin embargo, en los últimos años este organismo ha dejado de hacer lo que hacía para ordenar y reordenar el tránsito público. No sé si se trata de un cambio legal o de una medida gubernamental, o si es que algún experto, local o extranjero, aconsejó al anterior gobierno o a este en el sentido de que el transporte público se ordena a sí mismo, que lo mejor es dejar que cada conductor y cada compañía de taxis, de guaguas y de vehículos pesados haga cuanto quiera y s le antoje.

Ahora los agentes de AMET están en las calles y avenidas para hacer exactamente lo mismo que hacía la antigua policía de tránsito. Para vigilar que los vehículos de motor no se “coman”  la luz roja, para sancionar a los que manejan hablando por teléfonos móviles, para de cuando en cuando hacer un operativo contra los motoristas que no llevan cascos protectores, etcétera. Pero ocurre que estas son las cosas menores que deben  hacerse para mantener el orden en las calles y avenidas. Hay otras cuestiones mayores, más importantes.

Los residentes en el Distrito Nacional y en la provincia Santo Domingo ganarían mucho orden, menos entamponamientos y mayor fluidez de vehículos en las calles y las avenidas de estas dos jurisdicciones si la dirección de AMET retoma su misión original –si es que no ha habido un cambio legal en ese sentido— y se propone aplicar las normas de transporte vigentes en naciones donde la gente ama el orden, la tranquilidad y la seguridad pública.

Hasta como imagen ante los extranjeros que nos visitan, nos conviene eliminar o reducir a su mínima expresión esta locura que se vive a diario en las calles del Distrito Nacional y de la provincia Santo Domingo, con carros y guaguas que se detienen en cualquier punto a tomar o a dejar un pasajero, con vehículos destartalados, verdaderas chatarras, trasladando pasajeros, con motoristas imprudentes haciendo zigzagueos entre carros y guaguas; con vendedores que convierten las esquinas en quincallerías, saltando entre vehículos para llevar sus mercaderías, sin que falten los pedigüeños que piden a los ocupantes de los vehículos de motor.

En otros países los pasajeros tienen puntos para tomar y dejar los vehículos de transporte público. En otros países los vehículos pesados no pueden transitar por todas las calles y avenidas ni a todas las horas del día. En otros países las guaguas tienen sus corredores. En otros países los transeúntes solo pueden cruzan las calles por las esquinas o por los sitios claramente indicados. En otros países los ancianos y los niños son ayudados por los agentes de tránsito a cruzar las calles y las avenidas de un lado a otro. En resumen, en otros países hay un régimen de ordenamiento para el desplazamiento de vehículos.

Se entendía que exactamente un régimen similar sería  establecido y vigilado por AMET. ¿No es posible hacerlo todavía? Yo creo que hay tiempo y creo también que AMET cuenta con los recursos humanos necesarios para reiniciar esta tarea. Ojalá que lo haga.

bavegado@yahoo.com

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