¿Podría el CDP rescatar el prestigio del periodismo?

¿Podría el CDP rescatar el prestigio del periodismo?

Hoy son las elecciones para elegir nuevas autoridades del Colegio Dominicano de Periodistas y en tan oportuna fecha me da con pensar que pocos periodistas serios se ocupan de reflexionar sobre el estado de este oficio en nuestro país. Una cuestión principal es que reconocidos delincuentes han usado el periodismo como pedestal, y no ara, invirtiendo el dictamen de Martí acerca de cómo el servicio, tanto a la patria como al periodismo, es un sacerdocio que se ejerce más por vocación que por afán de lucro.

Sin embargo, no puede creerse que sólo mediante las malas artes se puede alcanzar la prosperidad en cualquier oficio o profesión, porque ello equivaldría a afirmar que sólo aquellos sin éxito económico son honestos, mientras la holgura sería siempre un baldón.

Podrán acusarme de ingenuo, pero me parece una barbaridad que cuando cualquier periodista o comunicador toma partido, los adversarios la emprendan contra su honorabilidad, como si efectivamente ninguno fuera capaz de honestamente pensar por sí mismo sin implicar que su opinión está vendida o alquilada.

Tenemos que aprender a aceptar que quienes piensan distinto a nosotros pueden estar genuina y honestamente convencidos de su verdad. Hasta los más fanatizados y extremistas críticos del gobierno le hacen un favor a la democracia. Independientemente de que estén realizando un trabajo político a favor de la oposición, ¿por qué poner en duda que, en muchos casos, cuanto dicen es realmente lo que sienten y piensan? Esa sintonía con sus propios corazones y cerebros se llama honestidad intelectual, aunque no agrade a todos.

Tomar partido es algo parecido a lo que hacen periodistas pobres empleados en medios prestigiosos cuyos temas nunca incluyen los avatares financieros de sus patronos. Quizás lo mejor para el público sea que mansos y cimarrones cacareen todos a la vez y que cada cual decida qué creer.

Las pasiones políticas o la fidelidad a intereses económicos ajenos al interés del público, al que se debe el mejor periodismo, son causas de una insolidaridad y fragmentación enorme del gremio. Ojalá el CDP asuma su rol como guardián de principios deontológicos, defensor del mejor periodismo y propulsor del mejoramiento humano y profesional de sus colegiados. 

Quizás la mejor labor que pueda hacer el CDP es ayudar a rescatar el prestigio del periodista, oficio o profesión tan maltratada por sus propios titulares.

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