A mediados del siglo XX, junto al fallecido ingeniero Jesús “Piño” Portela intenté implementar un proyecto ecológico que consistiría en reciclar “aceites quemados” de motores de combustión interna. Pretendíamos utilizar un procedimiento aplicado en Italia durante la Segunda Guerra Mundial, que consistiría en recoger aceites quemados en lugares donde los vehículos desechaban lubricante que ya no cumplía su misión y someter a esos lubricantes a procedimientos mecánicos y agregándoles compuestos químicos que proporcionarían a esos aceites quemados características similares a las de lubricantes vírgenes pretendíamos entregar envases a estaciones de gasolina y a talleres de mecánica para acumular “aceites quemados” y pagar un precio por dichos aceites. Sin embargo, el proyecto fracasó en su etapa embrionaria puesto que esos lugares: Estaciones de gasolina y talleres de reparación mecánica de vehículos se rehusaron a colectar “aceites quemados” a pesar de que según nosotros estábamos pagando un precio por materiales de desecho.
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Como estrategia hicimos contacto con las asociaciones de estaciones de gasolina pero tampoco esa iniciativa arrojó resultados auspiciosos para continuar con el proyecto ecológico que pretendíamos implementar para evitar Que “aceites quemados” contaminaran aguas del subsuelo y las Correntías de las cañadas y arroyos que se convertían en afluentes nocivos contaminadores de ríos. Afortunadamente un día recibí la grata visita del licenciado Rafael Álvarez, un viejo amigo que fue mi alumno cuando cursaba la licenciatura de economía en UCMM.
También reforcé mis vínculos con Rafelito cuando él representó Alfa Romeo en el Cibao. En esa ocasión le hice un planteamiento a él indicándole los obstáculos que estábamos enfrentando para colectar aceite quemado y que quizás él podría ayudarnos haciendo contacto con dueños de estaciones de gasolina ya que él mismo era dueño de una ubicada en Santiago. Afortunadamente el apoyo de Rafelito no se limitó a nuestra simple solicitud sino que nos pidió el permiso para él instalar, por su cuenta, junto con sus familiares una empresa que colectaría aceite quemado y procesarlo convirtiéndolo en un material similar al aceite virgen. Así nuestra idea se materializó, en la empresa Lubridom que inició con mucho éxito pero a los pocos meses se encontró con el mismo obstáculo inicial ya que las personas y empresas que captaban el aceite quemado pusieron a ese material desechable un precio altísimo, que hacía el proceso ya descrito no factible desde el punto de vista económico.
Como era de esperar Lubridom no pudo continuar su tarea ecológica de impedir que el aceite quemado volviera a contaminar las aguas del subsuelo y correntías, finalmente llegando los ríos con todo lo que esto suponía puesto que las instituciones encargadas de purificar el agua para uso doméstico encontraban muchos obstáculos para depurar agua contaminada con aceite quemado proveniente de hidrocarburos con la misma garantía que el agua de los Ríos no contaminada de esa forma. Sin darnos por vencidos hicimos contactos con ayuntamientos y organizaciones que otorgan autorizaciones para la instalación de gasolineras y a talleres de mecánica que pusieran como condición para la emisión de esos permisos la obligatoriedad de entregar aceites quemados a organismos o empresas que los procesarían para reciclarlos y rehusarlos.
En estos tiempos de militantes defensores de la naturaleza ojalá que algún grupo motivado por la defensa ecológica incluya en su agenda la eliminación del vertido de aceites quemados en lugares en que esos nocivos productos concluyan contaminando el medio ambiente en lugar de darle un nuevo usa a tales desechos. Ahora que se plantea una reforma fiscal seria pertinente incluir en tal reforma incentivos a empresas que se dediquen a reciclar materiales nocivos convirtiéndolos en materia que no sean nocivas y por el contrario se transformen en insumos favorables a la comunidad. Asimismo, los cabildos y ministerios que tienen el poder de autorizar la instalación de talleres donde se suministra aceite virgen después del vaciado de aceite quemado, tengan la obligación de entregar el aceite quemado a personas y/o empresas que los procesarían para poder reutilizarlos. Este planteamiento sobre el aceite quemado debería abarcar otros materiales contaminantes similares.